miércoles, 14 de noviembre de 2007

Entre la pasión y el asombro

El sábado 10 se inauguró, en la sala principal del complejo de museos de Casa Santo Domingo, la última muestra en vida del destacado artista Roberto González Goyri. La pinacoteca, que incluye varias esculturas, presenta obra original de carácter íntimo, la digitalización de dos de sus obras murales y además registros fotográficos de otros trabajos de orden público captados por el artista Ricardo Mata.

El esfuerzo en la eficaz presentación de su importante labor, se cumplió a cabalidad y la respuesta fue más que gratificante. A la exposición asistieron más de mil seguidores de su carrera que, con su presencia, rindieron un justo homenaje a tan destacada figura. Y es que un reconocimiento de esta naturaleza, tan bien fundamentado y en vida no se da todos los días.

Roberto González Goyri, hay que tenerlo presente, fue un artista que pudo haber desarrollado una carrera brillante en el extranjero. Sin embargo, junto a otros creadores de igual dimensión, se quedó en este país desarrollando su propio estilo, venciendo así la desidia con la que los guatemaltecos tratan el producto creativo de sus artistas.

Su producción temprana puede rastrearse desde finales de los años treinta. Ya para el lapso democrático que se inicia con la Revolución de octubre de 1944 era un artista. Un buen ejemplo de ello se manifiesta en el bronce Plenitud, fundido en 1946. A finales de aquella década viajó, junto a Roberto Ossaye, a Nueva York en dónde llegó a exponer y dar sus primeros aportes dentro del campo de la escultura. En aquellos años recrea un tema de hondas raíces nacionales, expresado en una síntesis por demás armoniosa. Se trata de Niña Jugando con una Cuerda, ejecutada hacia 1953 y de la cual hay algunas copias en colecciones particulares.

Todavía en los cincuenta, González Goyri empieza con una racha de solicitudes para monumentos públicos, de gran importancia, en el corazón del centro cívico, todas en concreto, de 1959 a 1964. A ellos se sumaron varios trabajos, en diversidad de materiales, para edificios y casas particulares e incluso templos católicos.

Como pintor comienza su carrera, oficialmente, a finales de los años sesenta. Ya existían bocetos y grabados con carácter de obra concluida desde hacía más de veinte años. Sin embargo en aquel momento se reveló como un creador en el que lo estético y sus esquemas de color, sumaban valores especiales a la pintura de la época y como no, a la historia del arte de Guatemala. Trabajo que continuó, prácticamente hasta su muerte, acaecida este martes 13 de noviembre. Casa Santo Domingo aprovechó, además, la oportunidad para presentar su último proyecto público. Éste será ejecutado en mosaico veneciano y ocupará la pared exterior del auditórium en el IGSS (frente al Teatro Nacional) para integrarse a un área de 7 metros de alto x 40 metros de largo. El tema del mismo trata sobre la “Seguridad Social” y se desarrolla dentro de los cánones que caracterizan la producción del entrañable autor.