lunes, 30 de marzo de 2009

Artistas contemporáneos (2da. parte)

José Manuel Mayorga retrató con su teléfono celular un cuadro familiar —en este caso, el equipo cercano a Cultura Hispánica— que se ajusta a una visión romántica del siglo XIX.
De allí surge la coincidencia de su fotografía con los estatutos planteados desde la Alianza Francesa y la organizaron de la disímil reunión de los artistas con sus propuestas. En otras palabras, Mayorga no trabajó por el encargo curatorial, sino que localizó en su repertorio trabajos que dialogarán con la idea planteada por Gérard Saurin.
Otra obra de Mayorga hace honor a su trabajo visual. En ésta reemplaza “las bañistas” de Cézanne por las fotos de unos adolescentes bañándose en una rivera acuática. Ahí investigó en la biografía de Cézanne y encontró un pasaje de su juventud relatada en un texto de Émile Zola. En el charco verde —nombre de la obra— las formas y el lenguaje del cuerpo se traducen en una escena iluminada por la luz de la tarde, a orillas del gran lago de Nicaragua, en la Isla de Ometepe, donde tres jóvenes disfrutan de baños de sol y agua, mientras las horas pasan y se acerca el momento de despedir un año que termina (José Manuel Mayorga). De nuevo hay espacio para la metáfora y un campo lúdico para la especulación.
Con el tema de Las bañistas, Ricky López optó por una propuesta más literal, plena de color, donde lo técnico toma un papel preponderante. En Libre Ocaso la naturaleza es protagonista, al ser violentada por la presencia de una musa y su instrumento musical. Éste está colocado en la sala de exhibiciones queriendo ser parte de una instalación. Otra artista que se inclinó por un trabajo fiel a la realidad fue Clara de Tezanos. Para ello creó toda una escenografía, muy detallada y gráfica, del lugar del crimen (de Marat). La ambientación, elocuente por sí misma, no deja nada a la imaginación aunque no se desmerece ante los contenidos del resto ya citado.
Más difícil la tiene el trabajo de Alexander Chavarría Zuleta. Pese a las dimensiones de éste, su mural no deja de ser un híbrido obvio del trabajo de Marlov Barrios y Walterio Iraheta. El único punto que puede destacarse (si se quiere ser bondadoso) es el de la violencia y el autorretrato que el artista ha recalcado desde su asalto y agresión en un autobús capitalino. En este sentido se puede interpretar un dolor interno aún no resuelto.
El trabajo en general posee una carga intelectual que se hace difícil de resumir en dos columnas —por ello hay hojas guías que facilitan su comprensión a los neófitos e incluso a algunos iniciados en la sala de exhibiciones—. La muestra es recomendable porque maneja lenguajes contemporáneos y se basa, como anoté la semana última, en un elaborado pensamiento curatorial. Es de resaltar tanto el guión museográfico como la museografía correspondiente de Enrique Castillo.

lunes, 23 de marzo de 2009

Artistas actuales

En la Alianza Francesa se presenta la colectiva Artistas Contemporáneos de Guatemala y Maestros Franceses.
Ya desde allí se puede intuir que la reunión obedece a un diálogo matizado desde una puntillosa perspectiva curatorial. Charla que en apariencia se desprende, con notable independencia, de otras convocatorias europeas como la celebre Picasso y los Maestros.
El ejercicio reflexivo tuvo, entonces, el objetivo de honrar a creadores franceses de los siglos XVIII y XIX a partir de una meditación profunda resultante de una selección particular: Marat assassiné / Marat asesinado (1793), Jacques Louis David; Le radeau de la Méduse / La balsa de La Méduse (1819), Théodore Gericault; L’atelier du peintre / El estudio del pintor (1855), Gustave Courbet; Le déjeuner sur l’herbe/ El desayuno en el prado (1863), Edouard Manet; L’exécution de l’Empereur Maximilien/ La ejecución del Emperador Maximiliano (1867), Edouard Manet; Baigneuses / Bañistas (1874-1875), Paul Cezane.
La convocatoria para la contraparte guatemalteca incluyó la posibilidad de expresarse en distintas disciplinas de la amplia gama de las artes visuales y dejó como requisito explicito, el ser residente en este país.
Fátima Anzueto tomó como soporte la herramienta del videoarte. En este caso utiliza un texto íntimo de Marie Anne Charlotte Corday que trasluce, según la autora, una pauta abstracta que va definiéndose a partir de una secuencia de imágenes textuales. Éstas, en referencia a un objeto concreto -caja de madera- que termina siendo el ente simbólico de la obra. Año Dos, La partida del ciudadano reinterpreta la obra de David centrándose en el texto de la carta que tiene Marat en la mano, en el cual aparece el nombre y apellido de su asesina… (Gérard Saurin).
Dulce Bocado, de Audrey Houben, se adentra en los terrenos de la meditación. La ¿instalación? casi podría pasar inadvertida de no ser porque el tema que trata golpea por sus contenidos asimilados desde la cruda realidad. Su cavilación gira torno a la violencia mortal y sus estadísticas por género y edad. El tema de partida –La balsa de la Medusa lo escogió “porque nuestra nación, nuestro barco, nuestro cuerpo, nuestra alma, están a la deriva…”
Gérard Saurin acota que más allá de una postura sociológica, política o ecológica muy afirmada, fuera de toda estética convenida, la obra de Audrey Houben plantea nociones artísticas pertinentes entre las cuales se podría señalar interrogaciones respecto a la permanencia de la obra de arte y a su temporalidad, su relación al mercado, su impacto y/o su relación con el público (parafraseado).
Siempre lúcido respecto a lo conceptual, José Manuel Mayorga, demuestra los alcances de sus discursos metafóricos con Estudio Ambulante. En ese caso la propuesta no solo juega con la sutil idea de una hipotética invasión del poder español (cultural) dentro del homónimo terreno francés. Acción ésta, si se quiere, obvia para el que se mueve en los territorios de galerías de arte. Al mismo tiempo y producto de una situación espontánea, según parece, alcanza a crear una imagen que con simplicidad se ajustaba a los perfiles para estar en la exposición…

martes, 17 de marzo de 2009

Arte Subasta 09

Desde hoy se puede visitar, en el Museo Ixchel de Traje Indígena, la pinacoteca que el Club Rotario Guatemala Sur propone para su subasta anual.
Esta actividad se inició en 1975 con el fin de recaudar fondos para ayudar a forjar un mejor país. En el presente la entidad fortalece las misiones de instituciones como FUNDAMEX que se hace cargo de niños superdotados de escasos recursos, La Fundación Castillo Love cuya misión ha sido alfabetizar niñas del área rural y la Fundación Fernando Iturbide que ha desarrollado un programa vital en la prevención del VIH que incluye visitas a espacios poco visitados por otras entidades sanitarias de carácter público. Es de esta forma que tanto rotarios como iniciativa privada, artistas y coleccionistas, se solidarizan para cumplir varios fines por demás plausibles.
La selección ofrece algunas variantes en cuanto a los creadores emergentes. En este sentido se pueden encontrar alternativas de productores desconocidos que pueden ser considerados como verdaderas promesas y por ende, inversión a largo plazo. También hay obra para los que buscan trabajos de artistas consolidados. El listado lo encabeza, el decano de los pintores de Guatemala, José Luis Álvarez (1917) quien es considerado el último impresionista vivo del siglo XX y cuya obra suele centrarse en los contrastes de luz sobre los históricos muros de la ciudad de Santiago, la Antigua Guatemala.
Con él exponen autores de generaciones más recientes como el matérico César Izquierdo, Eugenia Beltranena, César Barrios o Alfredo García. Todos ellos con aportes a la historia del arte del país en las distintas expresiones por las que se han adentrado.
Entre los grabadores destaca la obra de tres autores: Guillermo Maldonado, Francesca Pitzo y Mónica Torrebiarte. Aunque los tres están proponiendo desde el estampado xilográfico, los resultados individuales quedan a la vista. Maldonado se focaliza en dos temas que son recurrentes en él; la fauna y lo urbano, ambos manejados con una soltura que los hace sobresalir entre toda la colección expuesta.
Las impresiones de Pitzo también incluyen una visión zoológica. Su perspectiva tiende a buscar un universo idealizado muy cercano al concepto que podría tenerse del Jardín del Edén. Asimismo exalta la figura femenina como entidad trascendente en la naturaleza.
Torrebiarte por su lado sigue ahondando a partir de su serie “Otro Reino”. Sus respuestas las presenta desde las perspectivas delicadas del entomólogo. En lugar de imprimir sobre papel lo hace sobre delicados brocados.
Es mucha la oferta en esta actividad. Escultura, pintura, grabado y una ingeniosa instalación al estilo Warholiano. Entre las primeras hay que localizar con especial atención una talla directa sobre mármol naranja realizada por Diana Fernández. En pintura hay más de ochenta opciones y entre ellas, una especial recomendación personal. Se trata de la vibrante acuarela de Teresa María Ceballos porque además de dominar la técnica sin problemas, propone. En el grabado, además de lo mencionado, hay una serigrafía firmada del fallecido maestro Dagoberto Vásquez Castañeda. Vale la pena recordar que la subasta tiene como finalidad una acción loable. Sea usted cómplice de ella.

lunes, 9 de marzo de 2009

Oswaldo Cercado en Galería Guatemala

La Fundación G&T Continental, en alianza estratégica con otras entidades culturales, le rinde un merecido homenaje al desaparecido artista Oswaldo Cercado (1942-2008).
La muestra se inaugurará hoy 9 de marzo, a las 19 horas, en la Galería Guatemala (6a. avenida 9-08 zona 9 ubicada en el vestíbulo del banco G&T Continental).
Aunque era originario del Ecuador, nacionalidad que siempre lució orgulloso, se le considera también artista guatemalteco debido a la pasión que sintió por Guatemala y sus aportes a la evolución del paisaje tradicional. Su enamoramiento por esta nación le hizo radicar acá desde 1969. También, desde ese momento, empezó a manifestarse por un paisaje más sintético, pleno de vibrantes coloridos, que fueron desembocando en visiones surrealistas de parajes y localidades del occidente, Antigua Guatemala, las costas del Pacífico y el Atlántico, además de la Capital y los caseríos de sus municipios.
El legado que dejó tras de si pesa tanto por sus contenidos como por lo prolijo y generoso de la paleta. Reflejo, sin duda, de la seguridad que el autor poseía tanto en la aplicación y mezcla de colores sui géneris, como en la certeza absoluta del trazo. A su labor se suma el hecho que llegó a reunir una importante pinacoteca de artistas nacionales.
“Su formación la realizó en la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil entre 1957 y 1964. Cuatro años después expuso colectivamente en la Universidad de San Carlos, la Casa de la Cultura de Quetzaltenango, el salón de la Asociación de Periodistas y desde 1973, en la galería de arte El Túnel, entre otros salones oficiales, particulares y propios” (Prensa Libre, 24 de noviembre de 2008).
Conocido por el amor a su familia, al vino, los amigos, la vida y la pintura, Cercado además de creador visual también fue docente. Trabajo al que siempre se volcó con infinita energía, sabiduría y bondad. Con Cercado hasta el más limitado se convertía en pintor. Su taller fue siempre un cálido receptáculo de farándula y discípulos.
Las pinturas que hoy se exhiben provienen principalmente de una colección particular. El curador que la reunió posee ojo y garbo, cosa que queda muy claro al ver todos los cuadros reunidos. Muchos de ellos fueron creados entre el 2007 y 2008, año este último en que Cercado falleció. Los lienzos dejan a la vista una riqueza pletórica en color. Se aúna a lo apuntado, siempre, su visión particular del paisaje rural y urbano que, aunque muy característicos de él, demuestran que como artista aún andaba buscando y aportando significativas variantes.
Entre las vistas que se presentan hay una de Antigua Guatemala. Ésta me llamó especialmente la atención porque me lleva a una ciudad en la que crecí y que es muy al caótico orbe que hay en la actualidad. A los óleos de este orden se suman dos dibujos femeninos a carboncillo de los años sesenta y una tinta de sus célebres mercados. Sea pues este homenaje para rendirle tributo a quien con su creación, se lo brindó más que positivamente a este país.

lunes, 2 de marzo de 2009

El tesoro de La Merced (3a. parte)


Como ya señalé, entre los múltiples tesoros que resguarda el Museo de la Merced se encuentran importantes trabajos en formatos domésticos.
Este tipo de obra por lo general se localiza todavía en propiedad de particulares y fueron encargadas a los talleres escultóricos porque estaban relacionadas directamente con las devociones familiares. De allí su nombre. Guatemala, hay que tenerlo en cuenta, posee un lugar especial en la historia del arte latinoamericano debido a su imaginería, así como México y Perú con la pintura.
Las piezas citadas en el artículo anterior: “Piedad”, “Virgen de los Desamparados”, “San Ignacio de Loyola” y “Descendimiento” encabezan la lista de otras igualmente importantes. Los creadores de aquel momento eran artistas que trabajaban con modelos dictados por la Iglesia y especialistas calificados desde los cánones de la Santa Inquisición y las Academias correspondientes que los acreditaban. El procedimiento era recibir desde Europa (o México) un grabado con la imagen a desarrollar. A partir de este modelo el artesano, ya fuera pintor o escultor, agregaba elementos personales para insuflar su personalidad a cada trabajo.
En el caso de la estatuaria participaban varias manos. El escultor tallaba los modelos que luego eran intervenidos por él o los encarnadores valiéndose de un efectivo proceso en el que se utilizaba ubre de cordero para la aplicación del encarnado. Otro artesano se encargaba de aspectos pictóricos que complementaban detalles relacionados con heridas, moretes, cejas, lunares u otras marcas específicas de cada santo y también de los ropajes. Cuando estos últimos tenían “estofados” en oro o plata, intervenía otro autor.
Si en el conjunto se incluían detalles ajenos de orfebrería, pues también un joyero. Sumario que redundó en una refinada producción tanto de uso eclesiástico como particular. La pintura probablemente no eran tan complicada pero cuando era de grandes dimensiones se producía en un taller con ayudantes y aprendices. Fue un momento muy especial para las artes del país y en este museo están ambas disciplinas muy bien representadas.
El “Descendimiento”, para regresar a la imaginería doméstica, es un caso muy particular dentro de la colección mercedaria ya que es todo un relato, muy detallado y compuesto de múltiples piezas, de un pasaje de la vida de Cristo. Siete personajes bíblicos asisten a la Virgen María en el descendimiento de Jesús de la Cruz. Aparte del contenido simbólico para los católicos, la escena dramática es una suma de psicologías vertidas a la madera con magistral energía. Su composición corresponde al Barroco y el modelo fue una pintura (estampa) de Rubens. Comparando la pintura con el trabajo anónimo que se exhibe en Guatemala, se puede percibir la dimensión de los autores que realizaron el conjunto escultórico. Para una verdadera obra de arte, no importa el tamaño. Pensamiento este último que se puede aplicar a otras piezas en mayor formato como la “Santa Ana con la Virgen”.
No hay artículo que pueda reflejar tanta riqueza. Recomiendo comprar la reedición del libro El Tesoro de la Merced y averiguar cómo fortalecer al patronato que custodia tan valioso legado.