lunes, 2 de marzo de 2009

El tesoro de La Merced (3a. parte)


Como ya señalé, entre los múltiples tesoros que resguarda el Museo de la Merced se encuentran importantes trabajos en formatos domésticos.
Este tipo de obra por lo general se localiza todavía en propiedad de particulares y fueron encargadas a los talleres escultóricos porque estaban relacionadas directamente con las devociones familiares. De allí su nombre. Guatemala, hay que tenerlo en cuenta, posee un lugar especial en la historia del arte latinoamericano debido a su imaginería, así como México y Perú con la pintura.
Las piezas citadas en el artículo anterior: “Piedad”, “Virgen de los Desamparados”, “San Ignacio de Loyola” y “Descendimiento” encabezan la lista de otras igualmente importantes. Los creadores de aquel momento eran artistas que trabajaban con modelos dictados por la Iglesia y especialistas calificados desde los cánones de la Santa Inquisición y las Academias correspondientes que los acreditaban. El procedimiento era recibir desde Europa (o México) un grabado con la imagen a desarrollar. A partir de este modelo el artesano, ya fuera pintor o escultor, agregaba elementos personales para insuflar su personalidad a cada trabajo.
En el caso de la estatuaria participaban varias manos. El escultor tallaba los modelos que luego eran intervenidos por él o los encarnadores valiéndose de un efectivo proceso en el que se utilizaba ubre de cordero para la aplicación del encarnado. Otro artesano se encargaba de aspectos pictóricos que complementaban detalles relacionados con heridas, moretes, cejas, lunares u otras marcas específicas de cada santo y también de los ropajes. Cuando estos últimos tenían “estofados” en oro o plata, intervenía otro autor.
Si en el conjunto se incluían detalles ajenos de orfebrería, pues también un joyero. Sumario que redundó en una refinada producción tanto de uso eclesiástico como particular. La pintura probablemente no eran tan complicada pero cuando era de grandes dimensiones se producía en un taller con ayudantes y aprendices. Fue un momento muy especial para las artes del país y en este museo están ambas disciplinas muy bien representadas.
El “Descendimiento”, para regresar a la imaginería doméstica, es un caso muy particular dentro de la colección mercedaria ya que es todo un relato, muy detallado y compuesto de múltiples piezas, de un pasaje de la vida de Cristo. Siete personajes bíblicos asisten a la Virgen María en el descendimiento de Jesús de la Cruz. Aparte del contenido simbólico para los católicos, la escena dramática es una suma de psicologías vertidas a la madera con magistral energía. Su composición corresponde al Barroco y el modelo fue una pintura (estampa) de Rubens. Comparando la pintura con el trabajo anónimo que se exhibe en Guatemala, se puede percibir la dimensión de los autores que realizaron el conjunto escultórico. Para una verdadera obra de arte, no importa el tamaño. Pensamiento este último que se puede aplicar a otras piezas en mayor formato como la “Santa Ana con la Virgen”.
No hay artículo que pueda reflejar tanta riqueza. Recomiendo comprar la reedición del libro El Tesoro de la Merced y averiguar cómo fortalecer al patronato que custodia tan valioso legado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Esto No Lo Comenta Nadie Mana De Babosos Estupidos Ignorados