lunes, 29 de septiembre de 2008

Jaime Arimany

No hay documentos a la vista que permitan asumir las fechas por las que anduvo en las distintas escuelas en las que continuó su formación.
Sin embargo no es aventurado sugerir que los desnudos seleccionados para la exposición de Casa Santo Domingo fueran creados durante su estancia en Europa. Esto debido a las similitudes estilísticas que guardan con los realizados hacia 1930 por Antonia Matos (Academia de París).
Es interesante comprobar, pese al tema del desnudo tan similar, las diferencias en las pinceladas y composición de estos dos artistas. Habrá que recordar que ambos siguieron más o menos el mismo camino y que en su educación influyó, de modo determinante, su experiencia de estudiar en el extranjero.
En Guatemala, en 1928, pasaría a ser cofundador y parte activa del grupo TRIAMA. Nombre surgido de las iniciales del apellido de los artistas que lo integraron: Antonio Tejeda, Ovidio Rodas, Rigoberto Iglesias, Jaime Arimany, Óscar Murúa e Hilary Arathoon, todos ellos, máximos exponentes de la corriente paisajista del país. En 1930 expondría en la ENAP (Diccionario Histórico Biográfico de Guatemala). De ser correcta esta fecha, el director de la entidad era, en aquel momento, Humberto Garavito. Otros documentos personales sugieren que fue una década después.
¿Por qué es importante resaltar este encuentro? Bueno, porque Humberto Garavito fue el paisajista más visible del siglo XX y una de las mayores influencias de la expresión. Sin embargo, los listados como miembros de TRIAMA y en este caso específico, Jaime Arimany, parecieran haber desarrollado particularidades que los alejaron del estilo en el que se expresaba Garavito y esto se puede calificar como una evolución hacia nuevos derroteros. Hay que interpretar este encuentro, que de todos modos se dio, como una motivación hacia la búsqueda de elementos que aportaran nuevas visiones para la disciplina.
Años más adelante —¿hacia 1942 ó 43?— pasaría a ser parte fundadora de la agrupación “Arcada”. Allí compartió de nuevo con Tejeda, Rodas, Iglesias y Murúa. Además estarían con ellos Leopoldo Alcaín, Federico Schaffer, Alfredo Gálvez Suárez, Humberto Garavito, Enrique de León Cabrera, Miguel Ángel Ríos y José Luis Álvarez, el único superviviente del grupo listado. Álvarez es considerado el último de los “maestros de la luz impresionista” de Guatemala.
Lo más interesante es entender cómo todos esos paisajistas encontraron el tiempo para proponer en momentos poco favorables para cualquier tipo de expresión artística que no perteneciera al entorno oficial o a las nuevas corrientes que ahondaban otros artistas de la generación del cuarenta. Los documentos relacionados a Garavito suelen indicar que este artista fungió como maestro e influencia de los listados. Probablemente ese fue el caso de los más jóvenes. Lo que sí es obvio fue el intercambio de ideas que fue fortaleciendo la producción de algunos de los involucrados. Uno de esos espacios de discusión y reciprocidad de ideas lo proporcionó el trabajo que realizó Antonio Tejeda Fonseca en las excavaciones arqueológicas que se realizaron en diferentes asentamientos prehispánicos de la República.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Lily y Alicia...

En mayo de 2008 me tocó vivir una oscura experiencia que me llevó de la mano para escribir la obra de teatro Lily Monster. Trabajo que uní a otro ejercicio que había realizado hace unos doce años llamado Alicia en el País de las Maravillas.
Este último fue dirigido por Consuelo Miranda en 1997 como cierre de un curso de teatro avanzado que ella dirigía en Artestudio Kodaly. Los resultados no dejan de sorprenderme y agradarme ya que el público y los medios de comunicación acogieron positivamente la propuesta. Una obra de esta naturaleza –explora la bipolaridad, esquizofrenia y las alucinaciones- no hubiera podido llevarse a escena sin un elenco muy especial. Es de éste, el valioso material humano, de quien quiero dejar un registro debido a que ninguna de las entrevistas y reportajes se ocupó mucho de él.
Por empatía, admiración y respeto a su capacidad histriónica, Vivian Sánchez se ha convertido en una de las actrices invitadas de forma permanente a las obras en las que estoy involucrado. Su manera de acoplarse a las instrucciones dictadas desde la dirección y el poco tiempo que hay que dedicarle para la concepción de sus personajes, la hacen la profesional ideal para desempeñar distintos roles, sin importar el género. Lo mismo se puede decir de Rochy Arce. Su porte camaleónico, el compromiso con el que se adentra en sus papeles, sorprendentes visiones en los contenidos del guión, aunado a una chispa, carácter y memoria muy especiales, la definirán dentro de la historia del teatro nacional sin lugar a dudas.
Ana Lilian Silva, compañera de tablas por muchos años, aportó algo más que su actuación en el play. Escribió una alegoría sobre la muerte con la cual cerré Alicia en el País de las Maravillas para dar un color muy distinto a algo que, una década atrás, había sido tratado por la señora Miranda como comedia. En la dinámica y en consonancia con Silva el desarrollo de su personaje se luce el adolescente Luis Pedro Sosa quien lleva al público por un clímax en el que el miedo es el coprotagonista. Ambos saben apropiarse del momento y emocionar al público. Como personaje misterioso, eficaz y sensual, queda entre ellos la figura silenciosa de Patricia Salvatierra quien matiza su trabajo desde perspectivas intuitivas valiosas.
De los Aquelarre, el grupo al que pertenezco ¿qué puedo decir? Daniela Castillo, Julio de León, Raymundo Rosales, Roberto Arana y Marcela Colom están transitando por una vía muy particular. Se trata del teatro de búsqueda y con ello están aportando ideas y energías que no solo revitalizan las mías, si no que me obligan a seguir buscando para darles a ellos yo también. Si quieren saber más de nosotros entre a aquelarreteatrocontemporaneo.blogspot.com.
La última función de Lily Monster y Alicia en el País de las Maravillas será el día de mañana, a las 20.15 horas en el teatro del IGA. Luego, si la economía lo permite, iremos en diciembre a la República Dominicana a un Festival Internacional.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Jaime Arimany

Casa Santo Domingo está presentando, desde el sábado 13 de septiembre, una retrospectiva del paisajista Jaime Arimany… Arte visual guatemalteco.
Las historias individuales que sostienen su presencia a lo largo del siglo pasado, tan limitado en documentos razonados, siguen tomando forma con este tipo de presentaciones. A partir de la aparición de coincidencias, aportes o peculiaridades, se desvelan y enlazan trabajos de artífices que crearon tanto desde perspectivas individualistas como grupales.
Pese a la escasez de espacios expositivos en la primera mitad del siglo XX, la falta de mercado y de condiciones visibles para el desarrollo cultural artístico en la nación, sus protagonistas hollaron con constancia el terreno empujados por el afán de exponer los productos de sus habilidades. Jaime Arimany pertenece a ese bloque. Si le hubieran dado a elegir, probablemente hubiera optado por ser pintor y no empresario. Sin embargo no tuvo expectativas para sobrevivir holgadamente de lo que hacía en el primer campo profesional (como todos sus contemporáneos) y se convirtió en un prominente hombre de empresa, cabeza familiar que, además, era artista. Como muchos halló el tiempo y con pasión creó un numeroso legado del cual se exhibe, en esta ocasión, una mínima parte. Apenas cuarenta y tres lienzos. En estos óleos es posible apreciar elementos suficientes para visualizarlo dentro de un contexto y proponerlo como uno de los paisajistas más relevantes de su tiempo.
El caso de Jaime Arimany es muy interesante debido a la longevidad de su carrera y los numerosos ejemplos pictóricos que le sobreviven. Trayecto que se puede rastrear desde inicios de la década de 1920, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP). Aunque los documentos de la entidad no dejan claro en qué momento fue inscrito, su ingreso tuvo que haberse efectuado antes de 1924, cuando era apenas un adolescente. Él aparece, ese año, en una foto de promoción junto a otros autores entre los que se destacan los nombres de Antonia Matos, Salvador Saravia y Óscar González Goyri. Es sugestivo verlo registrado a la cabeza del glosario -no alfabético- de los “alumnos distinguidos” en la Revista de la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Otra posición que le coloca en un momento vital de las artes del país.
La fecha permite, entonces, localizarlo como parte de la tercera generación de paisajistas guatemaltecos de la centuria, a la par de otras fulgurantes figuras dedicadas a la exploración y desarrollo del “realismo regionalista”. Relación que facilita identificar el tipo de formación inicial por la que pasó. Más adelante continuaría especializándose en la Academia de San Carlos (México), la Ottis (Los Ángeles, EE. UU.) y la Academia Grand Jaumeri (París, Francia). Hacia 1940 ya había participado en varios cursos organizados por el Museo Metropolitano de San Francisco (EE. UU.). También, en ese momento, obtuvo el Gran Premio Internacional otorgado por The Arts and Crafts Club (New Orleans, EE. UU.), institución de la cual pasó a formar parte activa como miembro (continúa).

lunes, 8 de septiembre de 2008

Funsilec

Son muchas las entidades que aportan beneficios a la sociedad a partir de actividades relacionadas con el arte. Por lo general artes escénicas y visuales, sirven de gancho para atraer a un tipo de público muy particular: aquel que atesora o asiste a un evento con la intención de ayudar.
En las artes plásticas se maneja con mucho éxito la modalidad de las subastas o, como en el caso de la Fundación para la Superación Integral de Menores con Lesión Cerebral, Funsilec, las exposiciones-venta. Estas tribunas redundan en múltiples beneficios. Entre ellos está que hacen visibles a cierta porción de artistas que exploran técnicas y estilos considerados como tradicionales por los más conceptuales. Asimismo, a través de sus catálogos, se convierte en centro de registro de las modas expresivas por las que transitan los autores convocados. En otras palabras, juegan un papel fundamental como elementos de promoción y al mismo tiempo, a manera de fuentes referenciales. Estas convocatorias son por invitación.
Cinco años han pasado desde que Funsilec organizó por primera vez esta exhibición. Su proceso de maduración, aunado a la selección –o curación- de lo que exhibe al público, le va otorgando su espacio dentro del conglomerado institucional que se dedica a esta forma de recaudación pero… ¿Cómo se organiza un evento de esta magnitud para que sea rentable y confiable? Bueno, eso depende de los padrinos y la conciencia con la que se apliquen para alcanzar las metas. En el caso de los artistas hay que señalar que entre más concientes estén de la importancia que juegan en la producción de fondos, más van a poder colaborar. Este año la entidad le dedica un espacio especial a la obra creativa del artista Elmar René Rojas. En el pasado fueron objeto de la misma deferencia Magda Eunice Sánchez (quien incluso se interesó en conocer el centro), Ramón Ávila y Efraín Recinos.
Por el otro lado hay patrocinadores que han llegado a dar una mano debido a la seriedad con la que sus promotores visualizan la actividad. Sin perder de vista el entendimiento de la dimensión que posee la empresa: conseguir recursos para programas educativos que mitiguen las deficiencias de niños con serios daños neuronales. Trabajo que en el presente se está materializando en un centro específico para su desarrollo educativo.
El trabajo es agotador y, por supuesto, la misión siempre cuesta arriba. Es así como Funsilec mantiene una acción febril que la ha llevado a organizar bingos, charlas de diversa índole, cadenas de pizza, fiestas, conciertos y cuánto se les ocurra. Todo ello se traduce en métodos integrales para el desarrollo de habilidades, métodos de oxigenación del cerebro, terapias a partir del contacto con la naturaleza y un repertorio de programas específicos e individuales elaborados según el perfil individual del educando. Además de caro, sus aplicaciones son lentas y descorazonadoras, pero siempre brindan frutos. Aún así el espíritu de estas madres no se apaga.

lunes, 1 de septiembre de 2008

La ENAP (2ª. Parte)

Ochenta y ocho años han pasado desde su fundación en 1920. Como todas las escuelas de arte oficiales del país, superando carencias con imaginación y voluntad infinita.
Luego de publicada mi columna del lunes pasado recibí algunos e-mails pidiéndome que amplíe algunas ideas vertidas en ella. Entre esos pensamientos, lo relativo a los estudiantes que ingresan a la academia y las condiciones en las que lo hacen.
Por la manera en que se le ataca, la ENAP pareciera no haber sido nunca el universo ideal para la enseñanza, ha funcionado en distintas épocas como un imán para postulantes de todas las regiones del país. Por ello es muy fácil encontrar entre las promociones de educandos un conglomerado pluricultural, multiétnico y plurilingüe, muy complejo. Circunstancia que complica la panorámica docente ya que además de necesitar maestros atípicos y sensibles al arte, deben poseer una disposición extra para mantener la motivación de sus pupilos. Cualquier estudio que obvie este perfil está condenado a hacer fracasar el objeto del mismo: el futuro de los estudiantes.
Si bien la buena intención es que se formen integralmente, la meta será procurar no distraer el impulso vocacional de un selecto grupo de muchachos que, temprana e inusualmente, saben lo que van a hacer el resto de su vida. Punto en el que aventajan a muchos otros estudiantes de educación media de su misma edad.
Por supuesto, hay que implementar nuevos conocimientos. El arte hoy ha evolucionado hacia otros derroteros que es necesario conocer. También hay que tener presente que las nuevas tecnologías expresivas no borran ni substituyen las del pasado. Los artistas tienen que saber hacer una línea recta, las bases de la escultura tradicional, la psicología del color, en fin. Por el otro lado los problemas inmediatos de la ENAP son muy sencillos: necesita presupuesto para operar.
Maestros que trabajen dentro del campo conceptual y lleven a los neófitos por su senda ya están dentro del plantel. Sin embargo la amenaza de corte de luz o la falta de pago de la línea telefónica son problemas de a diario (y no hablo solo de la presente administración). Bajo estas circunstancias ¿es válido decir que no operan a tope por incapacidad?
En otro orden de pensamiento, hay que entender que materias como la química, por supuesto sirven en su formación. Los restauradores de patrimonio deben manejarla para no destruir los trabajos que estén en sus manos. Matemáticas, pues además de desarrollarles la lógica, puede servirles para intervenciones espaciales de distinta naturaleza. Probablemente estos conocimientos lleguen durante la especialización que decidan seguir en su camino. Y es allí donde las alianzas estratégicas pueden funcionar. ¿Qué pasaría si especialistas del Instituto de Antropología e Historia o del Consejo Para la Protección de la Antigua Guatemala entraran a impartir cursos específicos? Esto no solo beneficiaría a los alumnos y maestros, sino que redundaría en otro tipo de profesionales. El tema da para mucho ¿verdad?