Desde que tengo este espacio en 1996 he escrito, salvo excepciones extraordinarias, sobre Juannio, sus distintas dimensiones y misiones.
Trabajo que podría parecer redundante, pero que tiene el objetivo de hacer conciencia permanente acerca del enorme peso que conlleva para sus organizadores mover una actividad cuyos fines son recaudar fondos para beneficio social sin fines de lucro. Al mismo tiempo y por descontado, cada año se inaugura un escenario singular y serio para las artes del país.
¿Dimensiones? Habilitar guatemaltecos para que se integren en una sociedad que no los comprende y que, en el peor de los casos, los rechaza por ser diferentes es una de éstas. Educar niños especiales en países en vías de desarrollo —como Guatemala, el tercer mundo en su más dramática expresión— es un trabajo que se vuelve cuesta arriba, porque se efectúa a partir de programas muy específicos.
En otras palabras, el Instituto Neurológico de Guatemala o las obras que promueven entidades similares como FUNSILEC o Artes Muy Especiales requieren de una cadena de profesionales que condicione la formación de cada estudiante. Entre éstos destaca el psicólogo que evalúa al niño, el médico que dictamina su estado de salud, el otorrinolaringólogo —por lo general, tienen otros problemas que solucionar antes de entrar de lleno en su formación— y especialistas diversos según el problema más desarrollado que cada uno tenga.
Los resultados, que pocas veces son visibles de inmediato, son grandes triunfos y una labor magisterial que pocos quieren asumir, puesto que para terminar de fregar, es mal pagada.
Aun así, hay maestros de educación especial que toman su “misión” con carácter de apostolado. A lo anotado hay que añadir que, por ser una instrucción personalizada, se hace en aulas acondicionadas y grupos muy reducidos —cinco estudiantes máximo— que puedan presentar algunas similitudes. Como ven, las dimensiones se agrandan en pos de las misiones.
Y el pensamiento va de la mano del regaño tanto para algunos artistas como para sus coleccionistas. Hacer negocios debajo de agua y luego salir felices a proclamar a los cuatro vientos que consiguieron la pieza brincándose las trancas es robarles oportunidades a los niños. Por ello, a estas pujas ya no se invitan a los artistas y se vigila de cerca a los indeseables. Justos han pagado por pecadores. Este es un evento en el que todos ponemos algo de nuestra parte y en el que la ética profesional debe pesar sobre todo. Si usted se pregunta ¿estará hablando de mí?, probablemente es porque lleva su pecado a cuestas.
Producciones artísticas serias. El comité organizador de la subasta trabaja todo el año en la búsqueda de esquemas coherentes de curaduría que puedan dar garantías a los benefactores del Instituto Neurológico. La muestra puede visitarse en el Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida y, aunque la puja ya pasó, aún se pueden adquirir obras en el precio base más un pequeño porcentaje de ley…
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