Cincuenta y nueve creadores seleccionados por un jurado internacional, de un nutrido listado de aspirantes.
El certamen no brindó demasiadas sorpresas porque los protagonistas nacionales que clasificaron como finalistas pertenecen —todos— a un reducido y compacto grupo que van ganando posiciones dentro del gusto de curadores, marchantes, gestores y, por supuesto, coleccionistas. Comentario que está lejos de ser una crítica y que tiene la intención de hacer visible el buen momento por el que pasa el arte joven del país.
El primer lugar del concurso lo alcanzó Benvenuto Chavajay con obra inédita de su ya establecida serie Suave Chapina. Chavajay, además de haber obtenido reconocimientos a nivel nacional, tiene una importante presencia en el área centroamericana. Coincidencia que comparte con Mario Santizo, tercer lugar del certamen de Juannio por su atrevida composición fotográfica Payaso Cirineo. Pieza que incluye contenidos que denotan la existencia de un artista en el ejercicio de una plena conciencia creativa. Norman Gabriel Morales, segundo lugar, es sin duda una figura clave de las artes de principios de siglo XXI. Además de ser coautor de los murales aledaños al Tecún Umán y El Trébol, creó una integración en los históricos muros del Antiguo Palacio de Correos (hoy Centro Cultural Metropolitano). Su capacidad analítica y su aguda visión sintética se manifiesta a partir de obras cuyos contenidos se basan en el peso de la razón sobre la emoción.
Perteneciente a otro tipo de escuela, Arturo Monroy es un artista que logró consolidarse desde la década del noventa. Supo evolucionar hacia los lenguajes conceptuales, con los que formó una carrera siempre en ascenso y una posición visible en muestras curadas por criterios calificados. La obra que se distinguió con mención en Juannio podría entenderse como una escultura. Frijol Negro es, en esencia, una remembranza cultural que toma sentido y peso desde la propia nacionalidad y que busca llegar a una reflexión. A-1 53167, de Aníbal López, también finalista, cabe listarlo por su trabajo, edad e impacto con Monroy. En esta ocasión se inclinó por presentar una fotografía blanco y negro. A pesar de anotar en el catálogo que es autodidacta, al igual que Chavajay, Santizo y Monroy, López fue estudiante de la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla.
Ugo Hernández presentó una obra que pareciera amarrarse con su trabajo exhibido hace poco en el Cantón Exposición de G&T Continental. En este caso, en lugar de retratar meñiques para expresar su idea, se decidió por el retrato de trabajadoras del sexo (transexuales). De este modo y tomando en cuenta sus aportes pasados, se los puede apreciar no desde la perspectiva de rarezas de escaparate, sino como seres humanos dimensionados desde su propia realidad y encantos.
lunes, 23 de junio de 2008
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