Entre las actividades complementarias de la XVI Bienal de Arte Paiz, en Artecentro, se presentó al público las “relecturas” de trabajos específicos de cinco artistas relevantes en la historia del arte de Guatemala.
A diferencia de pasadas ediciones, el propósito de los curadores fue tomar distancia de los análisis tradicionales para enfocar la atención en aspectos poco resaltados en la producción de esos mencionados artistas. De este modo se llevó al público trabajos de Carlos Mérida, Roberto González Goyri, Wilfreda López Flores, Francisco Auyón y Luis Díaz (el único creador vivo de la lista).
Con Carlos Mérida y Roberto González Goyri la finalidad fue la de acercarse a la capacidad de diseño y abstracción de imágenes que ambos autores ejercían en su trabajo. En el caso de Mérida fue el Museo Nacional de Arte Moderno, que lleva su nombre, quien prestó dos originales y una parte de su colección gráfica. Los óleos La India (1926) y la Ofrenda de Maíz (1928) se suman a una selección de trabajos tomados por Rosina Cazali de carpetas gráficas impresas en diferentes momentos. Son Estampas del Popol Vuh, Trajes Regionales Mejicanos, Trajes Indígenas de Guatemala y Danzas de México, además de varios diseños para carteritas u otros medios, y el anteproyecto de uno de sus murales —Caperucita Roja— en la ciudad mexicana.
Con González Goyri se comentó su mural del IGSS, Nacionalidad Guatemalteca, del cual se extrajeron detalles para resaltar sus encuentros plásticos, ya sintetizados en aquel momento, en formas específicas que se le reconocen como propias.
Wilfreda López representa una verdadera rareza en esta selección ya que nunca gozó, en vida, del prestigio de los otros elegidos. Su formación la realizó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas a principios de los años cincuenta, y por eso alcanzó a entender herramientas formales que supo matizar desde una intuitiva forma de ver su universo inmediato. Dos de sus principales maestros fueron Enrique de León Cabrera (diseñador e ilustrador, además de paisajista y retratista, cuya obra aparece en billetes de cinco y 10 quetzales) y el mexicano Arturo García Bustos, quien se hizo cargo del taller de grabado de la ENAP. Todos sus compañeros de taller fueron tratados con indiferencia por sus simpatías con los ideales del presidente Jacobo Árbenz. López, con gráfica fresca e inspiradora, pasó desapercibida por muchos años hasta que no hace mucho se empezaron a interesar en su producción curadores y periodistas jóvenes.
Con Auyón el ejercicio fue resaltar algunos aportes específicos que repuntan dentro de su producción cercana a la Bienal. Mismos que se centraron en instalaciones y pinturas sobre formatos convencionales. Entre ellos se recreó la obra El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, que lleva a pensar en la pieza de Luis Díaz, cuya ubicación fue el Paraninfo Universitario. La reflexión y conexión de ambas es obligatoria. Guarda una relación directa con lo fuerte que puede llegar a ser la intención lapidaria en Guatemala. Tanto en la acción del ataque con las piedras o en el modo en que se utiliza la palabra como medio para hacerlo. Luis Díaz, conviene recordarlo, fue uno de los primeros artistas que ya en los años de 1960 exploró estos medios, que en aquel entonces eran considerados como alternativos.
lunes, 21 de julio de 2008
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