lunes, 1 de diciembre de 2008

Salón nacional de las artes visuales

El 17 de noviembre comencé una serie de artículos relacionados con el “Salón Nacional de las Artes Visuales” que interrumpí debido al sensible fallecimiento de Oswaldo Cercado.
En el primer artículo anoté que, para su existencia, se requerían políticas culturales claras, que la sala no estuviera sujeta a los usos de intereses de promoción social oficialista y que ésta se ajustara a las necesidades de la obra y no al revés que las colecciones se adecuaran a las del edificio. Hay que recordar también que aquella publicación y ésta fueron motivadas por una convocatoria que llegó desde el Palacio Nacional de la Cultura. ¿El objetivo específico? crear la base teórica en busca de la conservación de la colección existente y la difusión de ideas fundamentadas en el encuentro de valores contemporáneos en el campo de las artes visuales. El proyecto no es nada sencillo de lograr debido a los escasos fondos que los distintos gobiernos invierten en el Ministerio de Cultura y la educación a través y para las artes.
Entonces es en el presupuesto que sustente dicha sala en donde se puede visualizar otro renglón a considerar para su configuración. El tema conduce de la mano a la contratación del personal adecuado para dicha empresa y su independencia de los intereses ideológicos palaciegos.
Es obvio que un museo de esta naturaleza, que además contenga una galería de dimensión nacional, debe ser manejado por peritos en la materia y no por burócratas seleccionados por criterios que nada tienen qué ver con el universo artístico. Directores, curadores, museógrafos, restauradores, diseñadores gráficos, encargados capacitados de las salas… toda una batahola administrativa por la que nuestros gobiernos no han estado dispuestos nunca a pagar como corresponde.
A la par, la sala ideal debería implementar un centro de documentación voraz (por la exhaustiva búsqueda del material correspondiente y su proyección al público interesado), aunado a una videoteca bien equipada. Preguntas y disquisiciones que, como siempre, caerán en el vacío hay muchas ¿En dónde están los materiales que crearon y organizaron Víctor Vásquez Kestler o Dagoberto Vásquez Castañeda? ¿Será cierto que fueron quemados en el traspatio del Ministerio de Cultura hace unos años? Si no, qué bien, hay que reclasificarlos y llevarlos a donde se puedan estudiar. Tengo entendido que la pinacoteca de arte popular (que nada tiene que ver con la que se exhibe en el Palacio) no aparece por ningún lado.
Si se ha de hacer un museo con una colección que ya está rezagada en cuanto a trabajos contemporáneos, también tendrá que considerarse la adquisición de nueva obra para fortalecerla. Gran parte de la actual –de la cual hay que hacer una purga- o fue donada por los artistas o llegó recibida a cambio de pírricos premios otorgados en distintos certámenes nacionales. Si las preguntas son muchas, los compromisos son mayores y nada cosméticos. De paso se podría hacer mucho por fortalecer las artes escénicas, musicales y las letras. Hay que crear espacios de inclusión inteligente y no de inclusión romántico. Espacios de provocación y proyección de ideas (podría continuar).

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