lunes, 17 de agosto de 2009

Mujeres de Santa Rosa


Durante años, Ingrid Roldán ha dedicado su vida a consolidar valores de la cultura guatemalteca.
Ya en sus reportajes sobre las artes en general o lo relativo al desarrollo de la sociedad guatemalteca —multiétnica, plurilingüe y pluricultural— la fotógrafa siempre ha encontrado el matiz correcto y respetuoso para abordar cada tópico.
Directa y sencilla, Ingrid Roldán atrapa, desde su esencia más pura, el espíritu digno de cada una de sus retratadas. Además del registro en sí mismo, cuenta historias relacionadas con la cotidianidad de la mujer de provincia. De este modo, sin distraerse con discursos panfletarios superfluos, la artista capta lo femenino aprovechando su entorno comunitario y, de paso, la dinámica social y cultural en la que éstas se mueven.
Sí se ha de entender a la mujer como ente formador, es quizás con esta exposición en donde mejor se puede percibir. No importando su circunstancia social, las féminas de Roldán exudan fuerza, determinación y encanto. Si bien la situación sociocultural en la que se mueven muchas de ellas dista de ser la ideal, queda claro que el proceso de deshumanización por el que pasan las latinoamericanas pareciera no vencerlas. Allí están como pilares aportando fuerza motora y condicionando desde su posición de madres, hijas o abuelas. Desde esta perspectiva son verdaderas punteras sociales que trabajan en tareas de hombres sin amilanarse. Fuertes, marcadas por el agobiante trabajo, el mapa de su piel solamente viene a dar otro misterio más a su miradas.
A lo antropológico se suma lo artístico. A la par, la capacidad periodística de Roldán. Adición de valores que provocan por la sencillez de su composición y el balance tonal de negros, grises y blancos. Esta sinceridad de la imagen no solo abre su lectura sin mayores trámites. Provoca por lo vertical, lo frontal del retrato en sí. Es, en otras palabras, un perfil estético lleno de pequeñas sorpresas que no dependen de lo técnico sino del intuitivo encanto que le impregna la autora. Si por un lado las imágenes fluyen, también hay aspectos formales por destacar. En este caso, el encuadre, manejo de la luz y los elementos que caben en esas ventanas mágicas de su trabajo.
Las fotografías de Ingrid Roldán reflejan madurez. La visión que esta profesional posee de su propio entorno. La conciencia plena de pertenecer a una sociedad diversa y llena de aristas. El haberse desarrollado en un campo dominado por varones y conquistar su espacio sin necesidad de codazos, le otorgan una filosofía de la vida que le permite apreciar su entorno como protagonista y no solo como observadora. En este sentido, en sus impresiones, hay un respeto especial que fortalece las imágenes, proponiéndolas como algo natural y no desde esa tendencia actual de exponer la vida de seres humanos desde una vitrina como objetos raros. Esa esencia humana es lo que trasluce en esta propuesta.

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