Pero no solo la cultura occidental le ha dado mayor o menor valor a los sucesos que involucran espíritus o energías relacionadas al más allá.
Por ejemplo, en China abundan “los relatos tradicionales sobre fantasmas”; la fuente on line indica “que se creía en ellos y hasta se les rendía culto”. Según esta, Confucio dijo: “Respetad a los fantasmas y a los dioses, pero alejaos de ellos”. Los fantasmas chinos o Kuei “son espíritus malvados de personas que vivieron una vida deshonrosa o perversa, o que murieron de forma violenta. Se dice que hacen daño a las personas y buscan a quién asesinar para que el espíritu de la víctima ocupe el lugar del Kuei en el Infierno”. Esta acción “solo es posible con los espíritus débiles y cobardes”. Las autoridades, indica la cita, prohibieron en el 2007 las historias de fantasmas; sin embargo, no hay quién pueda en contra de la tradición. En Japón, estos “son espíritus apartados de una pacífica vida tras la muerte, debido a algo que les ocurrió en vida, falta de una ceremonia funeraria adecuad o por cometer suicidio”. Sus descripciones pueden ser escalofriantes. En aquella cultura también existen las formas benéficas como la de “una madre que murió durante el parto o dejando niños pequeños y que regresa para cuidar de sus hijos o traerles dulces que, al desaparecer el fantasma, se transforman en hojas secas”.
Europa también posee su carga de fantasmas. En Escocia, como en Inglaterra, es común escuchar la historia de revelaciones físicas de reinas sin cabeza o de gaiteros y gnomos. Francia cuenta, entre muchas, con la aparición de Matilde, la emperatriz hija de Guillermo el conquistador, quien, según los relatos, se deja ver las noches de luna llena. Hay historias abundantes hasta en los países más descreídos. Si se busca, se encuentran narraciones y páginas con cientos de testimonios. La mayoría increíbles, pero los pocos coherentes sí dan mucho que pensar.
Pero regresando a nuestro cementerio, ¿hay testigos que narran sus encuentros con el más allá? Pues la verdad es que sí y muchos. Uno de los relatos más conocidos es el Feliche, un hombre que fue fusilado durante el régimen de Jorge Ubico. Se dice que solía visitar las majestuosas puertas del camposanto. Eso contaba mi abuelo. Pero hay historiadores, como Celso Lara, que pueden contar relatos con más propiedad que este servidor.
Ha pasado una semana desde que publiqué el primer artículo sobre el tema. En el lapso me han preguntado si encontré alguna presencia durante mi visita nocturna y la respuesta es que sí y que no. La verdad es que no vi nada fuera de lo común. Sin embargo, sí sentí y percibí algunas cosas que no puedo explicar y que no tienen nada que ver con la producción del programa. La primera fue un miedo irrazonable que a penas si me dejó pasar por un corredor de nichos específico. Si se toma en cuenta que tenía como a 30 personas a unos pasos, que había luz y que otros compañeros experimentaron la misma sensación, pues allí seguro que había algo… (Continúa).
lunes, 30 de noviembre de 2009
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