Cuando fui a ver la muestra de Regina de Batres al Museo Nacional de Arte Moderno lo único que pude pensar fue en cómo ha evolucionado esta artista.
Maestra, hubiera dicho Dagoberto Vásquez. Independientemente a lo que yo interpreté, me topé con una carta que la artista visual Veronique Simar le escribió. Como consideré que las ideas de Veronique se ajustaban a mis percepciones y que es una pena que este documento no se publique, decidí incluirlo en este espacio para compartirlo con el público. Esta exposición, por cierto, estará abierta hasta antes de la Noche Buena.
“Desde fotos sobre fotos. Antes de recibir este mail tuyo de hoy con las fotos de lo que vas a exponer, la imagen de la invitación se había quedado grabada en mi mente... ¡pero sin las bolsas plásticas! Tan fuerte había sido el impacto del enredo de la planta con el ahora ubicuo “razor-blade”: para mí era como una fotografía instantánea del enredo de la generosidad de la Madre Naturaleza, que provee sin preguntas —sin miedo, sin discriminación, a todos los vientos, a donde sea, y para cualquiera— con la pequeñez y mezquindad del Hombre, que se ha creado “un su hogar”, “un su lugar”, “un su mundo”, a proteger de la violencia que él mismo se ha creado, con su falta de armonía entre los seres, su falta de generosidad, su propiedad privada, su interés propio de muy corto plazo, etcétera. En una sola foto escribías en mis ojos un símbolo fuerte del lado oscuro de esa “civilización moderna y occidental que sigue haciéndonos daños, a grande como a pequeña escala”.
“Me acabas de dar las razones que te llevaron a realizar este trabajo, tu deseo de crear una conciencia de cómo hemos destruido nuestro paisaje cotidiano. Con mi reacción primera, puedes ver que tu trabajo despierta un significado múltiple, rico, polivalente, ¡y esto es chévere!”
“Ahora que miro las otras fotos, logro ver las bolsas de plástico tiradas a donde sea, símbolo del poco respeto a nuestro entorno y de dejadez, lo que va en el mismo sentido que me había dado la foto de tu invitación, pero que se afina. Y, como tú dices, la estética de todo esto te apareció. Aún así, nuestro paisaje cotidiano de repente es bello en tus fotos. Es cierto realmente que las cosas más feas se vuelven estéticas una vez resaltadas y aisladas: esto es la tarea del artista, y lo sabes, ¿verdad? Pero nos hace tomar conciencia también de que todo tiene sus dos lados (lo feo con lo bello en este caso) y nos da una visión más holística del mundo, llevándonos paulatinamente a una aceptación de esa dualidad de la realidad —el Yin y el yang— de la sabiduría oriental tal vez. Así que este trabajo tuyo amplió tu conciencia, eso significa que es un “trabajo real sobre tu modo de enfocar el mundo, al mismo tiempo que compartes esta nueva visión con otros para que la agarren un poco: te felicito de verdad por este acto artístico de primer orden”. (Continuará.)
lunes, 21 de diciembre de 2009
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