lunes, 28 de diciembre de 2009

Regina de Prado (2a. parte)

“Y la instalación, con el cerco de estas fotos, está haciendo la famosa ‘mise en abîme’”.

“Es decir el proceso de ‘las cajas chinas’, o replicación infinita del sistema (o imagen, o idea etcétera) adentro de sí mismo garantía suprema de la fuerza de un trabajo, como un martillazo que nos adentra una idea: el cerco cerca, y nos encontramos cercados por este: sur-añade un significado de encarcelamiento, de encarcelamiento en el propio sistema que nos hemos creado, como una alienación de la cual no podemos salir”.

“Ves que tu intención está no solamente clarísima, pero amplificada por la manera misma que escogiste para tu tema: la foto de un fenómeno bien preciso, colocada en un sistema que es redundante con el fenómeno y con ello mismo”.

“Quisiera poder ver todo esto en realidad, mi querida amiga, más que todo para sentir físicamente esa sensación total de asombro/enajenación-encarcelación que puedo intuir desde tus fotos, y te digo ¡Felicitaciones!” Y la firma: Veronique.

Pues en esencia eso es la muestra. Es un reflejo de la chapinidad que a diario nos define y que en ese contexto nos pone límites y paisajes a los que nos acostumbramos. Sin protestar. El que puede se encierra y el que no se queda fuera. Sin embargo, dentro de los contenidos lo que pesa es el conjunto estético y la visión de una artista formada y rigurosa que aprendió cosas simples como que un paisaje se pinta de atrás para adelante o que para deformar en busca de los abstracto hay reglas que entender.

Regina es dibujante, pintora, grabadora, escultora, instaladora y pareciera que desde siempre ha tenido muy claro el papel que juega ella como artista y el respeto que la obra como producto de su cabeza merece. En ese sentido toda su producción pasada refleja claramente las inquietudes por las que iba atravesando y cómo las podía resolver a partir de los formatos elegidos. Joven, esposa, madre, abuela, mujer, dama, profesional, artista, guatemalteca. Todas en una. No hay en el trayecto ni traumas irreversibles ni conflictos de personalidad. Ella es la que es y desde esa perspectiva produce y encuentra resultados.

No me queda mucho más que anotar, ya que Veronique me comió el mandado. Sin embargo, puntualizo que es loable el ímpetu con el que Regina de Batres se lanzó al escenario de las artes visuales. Su producción, pese a ser ella una artista que se inició a principios de los años 1960, sigue siendo fresca y se ubica entre lo más sobresaliente del siglo XXI, a la par de las propuestas de los autores inquietos y llenos de fuerza. Esta vitalidad surge de una conciencia muy clara relacionada con el objeto artístico, su dimensión como expresión y el entendimiento absoluto de los subtextos que surgen en el proceso creativo de la obra. Aunque es una autora de estudio, como las de antes, en su taller se crean proyectos que ven la luz después de arduas jornadas de cabildeos de conciencia.

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