lunes, 25 de febrero de 2008

II salón del grabado

Para retomar la idea que cerró esta columna el 11 de febrero, en la competencia se seleccionaron unas 80 gráficas a partir de 125 propuestas.

Si se toma en cuenta a la edición del 2006, el crecimiento fue sobresaliente ya que los trabajos participantes llegaron a ocupar poco más de la mitad del edificio. La vez anterior apenas llenó la sala de exposiciones temporales del MUNAM. Adicionado a la superioridad numérica, también se percibe el sendero de madurez técnico por el que los artistas están transitando.

Hace dos semanas a penas alcancé a señalar entre el listado de lo exhibido las obras de Olga Arriola de Geng. La autora, que destaca dentro de la cultura del país por su larga y multifacética carrera, demuestra un tesón difícil de imitar. Esto, porque además de artista, también es investigadora con publicaciones de relevancia. Por eso no es raro ver sus intereses etnológicos y antropológicos, fusionados con la expresión creativa. Las piezas que clasificaron son dos grabados en su más puro sentido –no todo lo que participó entra en un cien por ciento dentro de la disciplina-. La energía cinética que emplea en todo el proceso es elogiable. A ello se debe sumar el carácter especial con que entiende temáticas y el sentimiento con que interpreta y aplica el color. Sus xilografías: Barrilete de Santiago y Fotógrafo vendedor de ilusiones, son dos visiones que brillan por su espontaneidad.

También es interesante que, aunque los tres primeros lugares fueron ocupados por artistas varones, la participación femenina fue notable y sólida. La presencia de trabajos del colectivo Hecho en Guatemala, por ejemplo, denota que el interés técnico/formal que el grupo está abarcando va hacia otros derroteros. Ello sin perder sus referentes característicos.

Desde la perspectiva sugerida se pueden apreciar viñetas que abordan composiciones más estéticas que conceptuales. Estas protagonistas (nueve en total), empezaron su búsqueda desde el dominio de la acuarela y a lo largo de los últimos años, han evolucionado hacia nuevas rutas con acierto.

Además del concurso, el Salón presentó varias exposiciones alternativas. Entre ellas dos de artistas nacionales. La de Roberto Cabrera hace eco del orden que caracteriza al autor y pone en relieve una producción continuada en la que se resaltan sus inclinaciones hacia lo social y el expresionismo de la línea.

Regina de Batres es la otra artista quien fue propuesta por la dirección del Museo. Sus xilografías pasadas y sus matrices presentes, hacen relucir que en su evolución no ha perdido de vista sus raíces formalistas, aunque sí sus temáticas iniciales. Del retrato pasó a lo urbano. Otra novedad es que en lugar de presentar estampas está proyectando los resultados digitalizados por medio de un aparato reproductor de imágenes en una pared. Las extranjeras invitadas son Jessica Lagunas y Alicia Zamora. Asimismo se puede visitar una muestra de grabado venezolano desprendida de la Bienal que se organiza aquel país.

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