Desde hace algunos meses tengo en mis manos un ejemplar dedicado de El Gukumatz en Persona (nombre que hace referencia a una de sus piezas más conocidas por haber destacado y ganado premio en la Bienal de Sao Paulo en 1971). Esta compilación construida a partir de textos relacionados con la producción artista de Luis Díaz, contiene varios elementos históricos que le confieren una categoría especial como libro de consulta y lo convierte en una verdadera rareza en el medio.
Tal y como es la personalidad de Luis Díaz, no escuchó consejos de nadie y editó el tratado a su manera, sin diseñadores. Entonces ¿qué es lo primero que destaca en el trabajo? El perfil del artista. El compendio, que pudo haber resultado más un cuaderno de recortes armado a rajatabla, se destaca porque realmente no se parece a ninguno otro en circulación y el resultado visual fue más que efectivo. Cálido, por la sencillez de su estructura y fácil de utilizar, por la manera meticulosa en la que sus contenidos fueron sumados uno a uno.
Invitaciones, comentarios en catálogos, crónicas, entrevistas y críticas de prensa, van sumando información a partir de 1964. Una sólida historia continuada en la que se adiciona el registro de proyectos concretos como integraciones a edificios, diseño de muebles y casas, pinturas, murales y otras propuestas de carácter conceptual que se adelantan con mucho a varias de las del presente (ello, dando por descontado la sustancia que las acompaña).
El universo de Luis Díaz es, entonces, su producción y con ella los cuarenta y tantos años de experiencias narrados en trescientas cincuenta páginas. Otro aspecto interesante del recorrido es que está escrito realmente por infinidad de autores quienes, desde sus propias perspectivas y realidades, desentrañan la naturaleza creativa del aludido. Luz Méndez de la Vega, Edith Recourat, Manuel José Arce, Marta Traba, Alfredo Chamier, Tasso Hadjidodou, Miguel Flores Castellanos, Irma Flaquer, Juan B. Juárez, Dina García de Deman, María Eugenia Gordillo, Mario Monteforte Toledo e Irma Lorenzana de Luján, para citar algunos cuantos profesionales, son parte de las firmas que con sus análisis respaldan el trabajo.
Danny Schafer decía que los seres humanos somos el producto de la educación recibida entremezclada con la dinámica de nuestras relaciones interpersonales. El valor añadido de este trabajo es precisamente que, junto con lo que el artista ha producido, van incluidos una serie de comentarios sobre otros artistas y personalidades del medio cultural de Guatemala de todos los tiempos. Esto permite situarlo en un escenario más amplio y al mismo tiempo hacer visibles a otros artistas que, por distintas razones, no son perceptibles por la falta de libros disponibles que narren completa la historia del arte contemporáneo de Guatemala.
Por lo anotado y como ya dije al principio del presente artículo, este libro es una fuente indispensable de consulta. Sus contenidos podrían ahorrar horas de trabajo de hemeroteca.
dgmonsanto@hispavista.com
lunes, 28 de abril de 2008
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