Desde el 25 de marzo (hasta el día de ayer) se pudo apreciar, en las instalaciones del Museo Nacional de Arte Moderno, la muestra más reciente de Manolo Gallardo. Este hombre corona con la exposición Expresiones el primer medio siglo como artista profesional y refrenda, con la producción, su papel protagónico en la historia del arte del país. En este caso específico, a través del retrato.
Su pintura debe ser entendida como oficio desde el punto de vista técnico y como pasión a partir de la amplitud que le ofrece el estilo desarrollado. Combinaciones que en él pueden tornarse explosivas. Como corresponde a un creador de su generación su formación fue muy sólida y basada en el respeto absoluto de los más altos valores académicos. Premisa que incluye la investigación del tema que le interesa, su registro y algo más… Ese algo más es precisamente lo que lo diferencia y lo señala. Él anota en la invitación que “todo es pintable, aun lo que no existe”. De hecho, de los artistas que dicen haber estudiado en la Real Academia de San Fernando de Madrid, él es el único del que hay registros fehacientes en la propia entidad y resultados a la vista.
La obra de Gallardo es muy variada y debe ser entendida desde múltiples facetas. Ésta, no gusta siempre a todo el mundo porque Manolo suele meterse en temáticas tenebrosas, que por lo general tocan y fuerte. Son muchas las veces que sus cuadros han causado revuelos y desasosiegos. Hay que recordarse, sólo para registrar algunos ejemplos, de Autopsia de Jesús resucitado (entre varias de sus iconografías cristianas), otras tantas pinturas que pertenecen a la serie del terremoto de 1976, el Último bufé y Las tres desgracias que se suma a otros trabajos de valerosa crítica a funcionarios corruptos y cómo no, genocidas y ladrones.
Iglesia, personajes históricos, exaltaciones a la belleza (la mujer es la musa constante en su creación), sujetos mitológicos o históricos. Su referencia siempre está fundamentada y por lo general, focalizada en un entorno inteligible para aquel que posee cierta cultura. En el MUNAM resaltó una nueva generación de modelos femeninos jóvenes en la que se manifestó con pinceladas muy sueltas, expresionistas y ricas en pigmento. Un ejercicio en el que seguramente se divirtió retándose a sí mismo. Tres o cuatro varones cerraron el conjunto y entre ellos destaca el que se robó la atención del público por el énfasis magistral utilizado en su ejecución: se trata del retrato más reciente de Tasso Hadjidodou. La pintura no sólo registra con justicia a este entrañable personaje, sino que denota la capacidad única de este pintor. Dicho sea de paso, Gallardo también es escultor.
El día de la inauguración, la Fundación Monteforte Toledo, le entregó un libro que recopila una buena parte de su legado a Guatemala. El texto principal, escrito por Mario Monteforte. Éste documento está acompañado por comentarios del autor que enriquecen lo visual y permiten un acercamiento más íntimo con el artista.
lunes, 7 de abril de 2008
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