lunes, 27 de octubre de 2008

Dialma Smith (2a. parte)


Desde la semana pasada estoy llevando a mis lectores la entrevista que la artista Dialma Mini de Smith me concediera recientemente.
Carismática, aguda y poseedora de especial encanto, la señora Smith, respondió con sinceridad y humildad a lo requerido. Entre ello, la pregunta referente a ¿qué obstáculos encontró al inicio de su carrera en los años sesenta?
“… el más difícil de superar lo encontré nuevamente en mí misma. Comencé a pensar que quienes trabajaban con nosotros pensaban que yo obtenía los papeles principales por ser la esposa de Dick, que no me los merecía. Hecho que yo sentía algunas veces, pero que me resultó muy obvio durante el último ensayo de Mi Bella Dama. La obra constituía un gran reto para cualquier actriz, dejemos a un lado para alguien con poca experiencia como yo. Dick y yo teníamos una escena, solo los dos, muy dramática, que repasábamos en casa para no quitarles el tiempo a los demás. Por fin llegó la noche del ensayo general, en que tuvimos que incorporarla a la obra. Había mucho ruido en el teatro: la expectación por el estreno inminente y la discusión de los últimos detalles hacía que la sala pareciera un poco un mercado, pero en cuanto llegó el momento que Dick y yo nos quedamos solos en la escena, todo el mundo buscó una silla donde sentarse y reinó un silencio, para mí, aterrador. Era la prueba de fuego, le tenía más miedo a esa prueba que a la noche del estreno. Interpretamos la escena ensayada. Cuando terminó el silencio continuó. Yo sentía que los ojos se me humedecían: Debo haberlos defraudado, pensé. De pronto, todos, al unísono, comenzaron a aplaudir. Me encontraba tan aturdida, que me costó captar el sentido de ese aplauso, pero de allí en adelante, el actuar en Mi Bella Dama fue un placer inigualable para mí, puesto que sabía que contaba con el apoyo de mis compañeros”.
¿Cómo ha cambiado el panorama desde aquella época y qué variantes ha observado en el teatro chapín?
En cuanto a las variantes que he podido observar en el teatro desde mi época hasta ahora, diré que lo que más me impresiona es darme cuenta de la cantidad de jóvenes que aspira a trabajar en el teatro. Antes no era así. Había un prejuicio muy fuerte en contra de los actores. Y me alegra muchísimo que éste haya desaparecido porque demuestra que se está viendo la vida desde una perspectiva más amplia. Por otra parte, pienso que antes había más dramaturgos y muy importantes y muchos actores, muy buenos y de larga trayectoria. Había muchas obras de teatro en escena, a pesar de que los actores no podían ganarse la vida haciendo teatro, cosa que no sucede hoy en día. Además, por la naturaleza política de las obras, era peligroso participar en ellas. Eran los tiempos de la insurrección y, aunque la gente lo pensaba mucho antes de salir de sus casas, los teatros siempre contaban con público.

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