lunes, 20 de octubre de 2008

Un encuentro con Dialma Smith

Empresaria, actriz y cantante. Quienes la vieron en el escenario del Teatro del Puente, en el IGA y otros memorables espacios, la llevan en la memoria y el corazón.
Luego de un sabático excepcionalmente largo –casi veinte años- hay por fin una promesa de un retorno inminente a las tablas. Habrá que esperar poco menos de un año. Saliendo del formato usual de esta columna y con el afán de dejar un registro reciente, le hice algunas preguntas que comparto a continuación.
¿Cuándo y bajo que circunstancias se interesa hacer teatro en Guatemala?
“Dick (Smith), comenzó a colaborar con el Community Theatre, un grupo que producía obras únicamente en inglés, para poder conocer gente, hacer amistades. Poco a poco eso lo llevó a lo que ha sido desde entonces la pasión de su vida: el teatro. En aquel tiempo (principio de los años 60), Dick trabajaba en una finca, en la que pasaba la mayor parte de la semana. Cuando regresaba a la capital corría, ya sea a ensayar o a participar en alguna obra, de manera que ya casi no lo veía. Cansada de estar siempre sola me dije: ‘O me dedico yo también a la cosa esa, o me separo de mi marido’. Opté por lo primero”.
¿Qué dificultades encontró?
“El primer obstáculo que encontré fue en mí misma, en mi timidez extrema. Como sabrás, yo perdí la visión en un ojo desde muy niña: el ojo estaba allí, en mi cara, pero era deforme. Por lo tanto pensaba que aparecer en escena me estaba totalmente prohibido. Dick me convenció de que podía tomar parte en el papel de Titania, en la obra El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, que estaban por llevar a escena. Se iba a presentar en el teatro al aire libre, de manera que de tan lejos mi defecto no se notaría. Acepté. Luego, en 1970 me operaron. Hicieron un trabajo excelente y por primera vez en mi vida me vi y me sentí persona normal. Aún en plena recuperación, Dick comenzó a hablarme de la próxima obra que sería una musical con sólo dos actores: el y yo. Mamá me animó a que aceptara: ‘Así terminarás por quitarte ese complejo tonto que tienes’, me dijo. Y para rectificar su apoyo, nos ofreció el uso local donde Dick instaló el Teatro del Puente… Entonces encontré otro gran obstáculo. No éramos conocidos y éramos solo los dos en escena… La noche del estreno contamos seis personas en el teatro, una de las cuales era la señora que llegaba a lavar y planchar a mi casa. De mi familia, ya de por sí tan pequeña, solamente mi madre se encontraba allí. Fue duro. Pero no solamente me enseñó que the show must go on, como dicen los ingleses, sino que el actuar en un teatro semivacío me fue aminorando el miedo a la gente, cosa que me sirvió mucho en el futuro. Y, debo agregar, me ayudó no solamente en lo que al teatro se refiere” (continúa).

1 comentario:

julia pimentel dijo...

Acabo de terminar un taller con Dick sobre desplazamiento escènico y fue maravilloso. sin embargo, es de reconocer la labor de su amada esposa, a quien admiro muchìsimo! gracias por publicar estos posts que nos dejan un legado de personas tan trascendentales en la escena artística guatemalteca.

èxitos!