La historia de la Guatemala de los siglos XIX y XX está marcada por un olvido absoluto en temas relacionados con el desarrollo integral de los guatemaltecos.
Las malas administraciones dejaron de lado aspectos básicos relacionados con la educación, la salud y la formación. Todo —salvo contadas excepciones— fue cosmético y políticamente correcto, pero nada pensado para largo plazo, ya que eso significaba matar la gallina de los huevos de oro. En otras palabras, la pobreza generó una riqueza inconmensurable para todos los inconscientes que se fueron apoderando de cuanta ayuda internacional fluyó a este país, impuestos y otras prebendas que pertenecían sólo al pueblo y a nadie más. Si no, hay que ver la cantidad de oportunistas que llegaron a los principales puestos de Gobierno en el pasado y que salieron campantes con más recursos que cualquier emir petrolero. Menciono solo dos de aquellos líderes: Justo Rufino Barrios y Jorge Serrano Elías.
El tema del día es el hambre, y su villano, el arte. Se difundió un presupuesto y todo un sistema asumió, como en las mejores revistas del corazón, que la información era verdad absoluta, sin mayores indagaciones. El resultado atentó con la realización de una actividad de gran dimensión que servirá para acercar al público —de distintos géneros, edades y cualquier estrato social— a sus artistas y sus mensajes. Amén de lo relacionado con lo formativo, también es importante señalar que una actividad de este tipo genera fuentes de trabajo. Un buen ejemplo de ello es que los presidiarios en rehabilitación fabricarán, en las carpinterías de la cárcel, las tarimas que se utilizarán en distintos escenarios. Además, parte del programa se presentará en tres penitenciarios. Es evidente la intención de los organizadores de insertar en la sociedad otros elementos y dejar de ver las actividades artísticas como algo cosmético, superfluo, en el último lugar de importancia.
lunes, 5 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario