Por tradición se asocia el Don Juan Tenorio de Zorrilla a la familia Martínez.
El primero en hacer el montaje fue Alberto Martínez en 1934 cuando la obra salió de gira por algunos departamentos de la república y más adelante, desde 1937, cuando quedó establecida de manera ininterrumpida hasta 1967 –Martínez fallecería en 1969-. Entre 1976 y 1980 fue remontada por María Teresa Martínez quien se volvió a hacer cargo del reto desde 2004. La propuesta de la directora respeta cánones que amarran el teatro histórico guatemalteco con el del presente. En otras palabras, la riqueza del lenguaje se aúna a modos y usos desconocidos por la juventud artística nacional y en ello estriba uno de los tantos valores de este montaje que estará en el IGA entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre.
José de Zorrilla nace y muere en España entre 1817 y 1893. El ser hijo de un hombre conservador y absolutista determinaría en gran medida el giró que tomó su vida que fue todo lo contrario a lo que su padre deseó de él. Su madre, Nicomedes Moral, era una mujer muy piadosa. Tras varios años en Valladolid, la familia pasó por Burgos y Sevilla para al fin establecerse cuando Zorrilla tenía nueve años en Madrid, donde el padre trabajó con gran celo como superintendente de policía y el hijo ingresaba en el Seminario de Nobles, regentado por los jesuitas. Allí participó en representaciones teatrales escolares.
Muerto Fernando VII, fueron desterrados a Lerma y el hijo enviado a estudiar derecho a la Real Universidad de Toledo bajo la vigilancia de un pariente canónigo. Zorrilla, sin embargo, se distraía y los libros de derecho no paraban en sus manos. Por ello su tutor lo devolvió a Valladolid para que siguiera estudiando allí. El carácter impuesto por los estudios, su atracción por el dibujo, las mujeres y la literatura de autores como Walter Scott, James Fenimore Cooper, Chateaubriand, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, el Duque de Rivas o Espronceda, arruinaron su futuro a las vistas de su padre quien desistió de sacar algo de su hijo y mandó que lo llevaran a Lerma a cavar viñas. Cuando estaba a medio camino robó una mula, huyó a Madrid (1836) y se inició en su hacer literario frecuentando los ambientes artísticos y bohemios a costas de mucha hambre. Es a partir de ese momento que su vida encuentra ciertos paralelismos con los de su personaje de ficción: Juan Tenorio… para sobrevivir se fingió un artista italiano y así dibujar en el Museo de las Familias, publicó algunas poesías en “El Artista” y pronunció discursos revolucionarios en el “Café Nuevo”. Terminó por ser perseguido por la policía.
Refugiado en casa de un gitano se hizo amigo de Miguel de los Santos Álvarez y del italiano Joaquín Masard. A la muerte de Larra en 1837, José Zorrilla declama en su memoria un improvisado poema que le granjearía la profunda amistad de José de Espronceda y Juan Eugenio Hartzenbusch y a la postre le consagraría como poeta de renombre. El resto, es historia.
lunes, 26 de octubre de 2009
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