lunes, 1 de febrero de 2010

Tres puntos...: Salón del coleccionista

El mes recién pasado, el 16 de enero, inauguramos con Luis Escobar un área específica de la galería El Attico, que distinguimos del resto de espacios de exposición como “el salón del coleccionista”.

La idea se nos ocurrió porque constantemente estamos recibiendo piezas —ya para restaurar, valuar o vender— de todos los tiempos, las cuales resaltan por su rareza y que es imperativo compartir con el público.

De este modo abrimos la primera muestra con un catálogo por demás interesante. En él había algunas piezas del siglo XIX, entre las cuales destacaba el autorretrato de Delfina Luna de Herrera, fechado en 1847. Esta autora, madre del presidente Carlos Herrera, fue objeto de un detenido estudio que quedó a cargo de Silvia Herrera U. La pintura no estaba en el compendio, por lo que el trabajo se convirtió en un verdadero hallazgo. Luego de la publicación apareció un mapa de Antigua Guatemala, realizado por la mencionada autora.

La coincidencia reunió a Delfina Luna con su maestro, Francisco Cabrera. El grabado que estamos presentando pertenece a una edición actual, realizada a partir de la plancha original de Cabrera. Esta placa es propiedad de la Academia de Geografía e Historia, cuyos personeros decidieron realizar una edición limitada con la intención de acercar el grabado a un sector de los coleccionistas del país. La estampa representa a Juan Nepumuceno, patrono de Praga y santo de los confesores.

Pero hay otras dos piezas que provienen del siglo XIX y que están relacionadas con momentos e influencias históricas de las artes nacionales. Los europeos que las realizaron tuvieron mucha presencia a nivel global, ya que se movían en un ámbito poco explorado todavía por los historiadores chapines, las Ferias Universales. La primera estatua es de Carrier-Bellusse, autor, entre otros trabajos, de la tumba del presidente Justo Rufino Barrios. Como quien dice nada, el Museo del Prado tiene un trabajo de él entre sus fondos. Jean Paul Aubé es el otro escultor, y de él hay obra en el Museo de Orsay de París y en el Art Modrne er Contemporain-Exeptionelle Collection de Sculptures en Bronze du Xixe Siéde.

Del siglo XX conseguimos trabajos de Roberto González Goyri y Dagoberto Vásquez Castañeda, quienes son dos de los modernistas más importantes del país. Su legado a la nación incluye varios monumentos públicos, excepcionales esculturas y pinturas en diversidad de formatos. Es muy interesante el dibujo de González, ya que parece ser el bosquejo para un relieve.

A ellos se suman las obras de Francisco Tun, Zipacná De León y José Nicolás. De este último apareció una escultura en bronce. Él fue conocido por trabajar en maderas y piedras duras. Entre su producción más conocida se encuentra el Monumento a la Madre (avenida de La Reforma), las imágenes de la iglesia de San Judas Tadeo y las tallas de la tumba del Hermano Pedro. Otra de las joyas la constituye la témpera de Carlos Mérida, la cual denota el extremo virtuosismo que el autor manejaba.

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