lunes, 25 de agosto de 2008

¿Perspectivas para la ENAP?


Muchos años han pasado desde que se fundara por golpe de suerte la hoy ENAP.
En efecto, un ministro de Instrucción Pública sensible —Dr. Arroyo— y tres artistas inquietos: Hernán Martínez-Sobral, Jaime Sabartés y Rafael Rodríguez Padilla, consiguieron que del 10 de mayo de 1920 el presidente Carlos Herrera firmara el acuerdo que permitió organizar al primer personal que laboraría en la institución.
Anatomía y perspectiva fueron los cursos que impartieron Martínez-Sobral y Sabartés. Rodríguez, su primer director en funciones desde el 22 de abril de ese año, enseñó dibujo y escultura. Los resultados redundaron en una promoción que aportó nombres de primer orden para las artes visuales de la nación, como Antonia Matos, Jaime Arimany o Salvador Saravia.
Pese a este comienzo halagüeño, los problemas para mantener a flote esta casa de estudios se hicieron patentes inmediatamente. Apenas el 15 de mayo, cinco días después de la firma del presidente, un nuevo ministro se oponía a su funcionamiento, para lo cual argumentaba trabas de todo tipo, las cuales fueron denunciadas por la Prensa por Rafael Rodríguez Padilla. ¿Qué fue lo que sostuvo en aquel entonces la precaria situación de la escuela? ¿Vocación?
Han transcurrido ya 88 años y los problemas de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) parece que no han cambiado demasiado. Como si fuera una piñata a la que todos quieren dar de palos para ver si cae algún dulce. Aunque ahora hay un equipo impresionante que regaló Japón, es imposible sacarle mayor provecho. ¿Son malos los maestros que laboran allí? No y nunca lo han sido. Sin embargo, habrá que preguntarse cómo se puede motivar a un equipo docente recibe un sueldo cada seis meses, luego de interminables trámites, sin vacaciones pagadas, IGSS y sin prestaciones a las que tendrían derecho por los servicios que prestan. ¿Ah? Empecemos por allí.
Las consultorías han reafirmado algo que se sabe desde hace mucho tiempo: es necesaria una reforma curricular. Sin embargo, ¿de dónde saldrá la plata para realizarla? ¿Qué maestros —que encima tienen que ser muy específicos— quieren trabajar bajo las condiciones descritas? Hace falta, claro, que los muchachos que ingresan cada año puedan equipararse para optar a las universidades del sistema, pero ¿cuál es la formación que estos adolescentes traen de las escuelas del interior del país o de las de la capital?
Todo son interrogantes y lo peor es que, pese a tanta buena intención, no hay respuestas inmediatas porque no existe voluntad política de hacer las reformas de manera adecuada. Solo promesas.
Sin embargo, llama la atención que, pese a todo, los artistas que pasan por sus empobrecidas clases salen a flote. Estos, hoy igual que hace casi 90 años, compensan tanta precariedad con ideas renovadas. Basta dar un vistazo a los catálogos que registran su paso por las bienales, subastas y exposiciones, para comprobarlo. ¿Dónde estudiaron artistas como Enrique Castillo, Fátima Anzueto, Benvenuto Chavajay o Mario Santizo? Pues en la ENAP. El listado es grande y muy visible.

lunes, 18 de agosto de 2008

Museo Numismático de Guatemala


En otras ocasiones le he dedicado espacio a la labor que el Banco de Guatemala realiza en la conservación y difusión del patrimonio nacional bajo su custodia.
Respecto al manejo y conciencia de sus fondos artísticos, es casi la única organización estatal que invierte en sus legados y alcanza con esto, resultados que otras entidades no poseen (ya por falta de imaginación o por la escasez de recursos económicos). Si bien existen distintas pinacotecas oficiales, es esta la que se ha responsabilizado de proyectar su repertorio dentro de los cánones esperados para cuidar algo que es de todos los guatemaltecos. Desde programas educativos, hasta registros como libros y artículos específicos en publicaciones diversas, a la prevención y hasta restauración de sus murales e históricos edificios, lo convierten en una institución única a imitar.
El banco puso a disposición del público, en 1996, el Museo Numismático de Guatemala con resultados admirables. Ubicado en el corazón del Centro Cívico, en lo que fue la zona de cajas generales y la bóveda de caudales, esta sala transporta al visitante por distintas etapas de la historia del país hasta aterrizarlo en el presente. Al mismo tiempo aprovecha el espacio para crear una sala digna en la que se le rinde homenaje al pintor y muralista Carlos Mérida.
A partir de seis ejes temáticos: Época Prehispánica, Época Colonial, Independencia y Federación Centroamericana, Época de la República, Banco Central y Banco de Guatemala, el guión museográfico trasmite nociones históricas desde una perspectiva atractiva y dinámica. Y es que aunque el objetivo de su creación gira en torno a la moneda como objeto de valor intercambiable, los elementos que acompañan la presentación dejan ver un país que en muchos aspectos se perdió en la memoria del tiempo.
Entre las rarezas que se exhiben están las fotografías de la antigua penitenciaría, cuyo solar ocupa hoy buena parte del edificio. A ellas se suma una panorámica del Parque Central antes de 1892, en la cual es posible apreciar el aspecto que tenía el área por aquellas fechas. Eso, entre otras visiones particulares que crean un ambiente eficaz para revestir el contexto en el que el dinero de cada época se movía.
El museo, entonces, es un mapa del progreso de la nación. Entre maquinaria de diversa índole (ya sea para troquelar o para diseñar monedas), obras de arte (pinturas de Alfredo Gálvez Suárez; la escultura del presidente Orellana, de Rafael Rodríguez Padilla: o las recreaciones de Tache Ayala y las alegorías mayas de Mayra Klée), enseres de lujo (como los objetos personales, cuajados en joyas, del presidente Justo Rufino Barrios, entre muchas otras), la visita es un verdadero deleite. También es una buena oportunidad para acercarse al delicado trabajo correspondiente al diseño de papel moneda y otros títulos monetarios, el cual en algún momento se realizó en el extranjero con lujo inigualable. Cabe mencionar el refinado trabajo del tallador de la Casa de la Moneda, Juan Bautista Frener. El museo se localiza en la Plaza Carlos Mérida, en la 7ª avenida 22-01 zona 1 y el sitio desde la Internet es www.banguat.gob.gt.

lunes, 11 de agosto de 2008

EVOLUCIÓN… HECHO EN GUATEMALA

Hace siete años, Ana Silvia Ramírez (directora del Instituto Guatemalteco Americano), invitó a las artistas que conforman este grupo para mostrar al público sus acuarelas. Aquellos trabajos no dejaban de ser académicos en cuanto a la utilización de recursos pero, esto es importante, había algo que las diferenciaba del resto de pintores y pintoras amateur. Tenían conciencia de lo que estaban haciendo y se divisaba una búsqueda responsable hacia otros derroteros que hoy son una realidad bien distinta.

Las Hecho en Guatemala han pasado su carrera sin gozar del favor de críticas bien fundamentadas. Cuando éstas han aparecido fueron revestidas de aspectos furibundos y a veces, hasta misóginos. Esto porque se enfocan en perfiles periféricos -respecto a su rol diario como mujeres- sin abordar, frontalmente, los elementos que componen las obras que producían. De allí surgió el término que Daniel Schafer subrayó positivamente. “Doñitas que pintan”. Como conjunto adquieren fuerza al encontrar eco desde su mayor fortaleza; el género. Es desde esa visión de amas de casa, profesionales y artistas, que han sabido conjugar una producción honesta matizada en la utilización de conocimientos tradicionales y contemporáneos. En su imaginario estético no hay nada hurtado a los magazines de moda creativa. Ellas son quienes son y desde allí proponen con seguridad y una fuerza inusitada.

Evolución. No se me ocurre una mejor palabra para describir el proceso creativo del colectivo femenino Hecho en Guatemala. Su continua avanzada surge de una plena conciencia de adquirir estructuras formativas, aunadas a un conocimiento pleno de pertenencia de una cultura sincrética, muy particular; la chapina. Como autoras, en constante encuentro de lenguajes, es obvio que poseen influencias externas e internas, de otra manera, no funcionarían como sociedad que intercambia ideas. Al mismo tiempo plantean la resolución de las problemáticas técnicas que se les presentan.

Aciertos y propuestas para sus lenguajes. Entre los maestros más visibles por los que han pasado se encuentran grabadores de primer orden como Anacleto Camey, Moisés Barrios y La Torana. Asociación, esta última, con la que guardan la coincidencia de haberse organizado más o menos al mismo tiempo hacia principios de siglo. Por ello, se les quiera reconocer o no, ambos colectivos son protagonistas de las realidades artísticas del país. Cada conjunto, claro está, desde sus particulares circunstancias.

Es así como la obra no sólo es el desglose e inventario de sus propios hogares y ajetreadas vidas. Es parte de un perfil muy bien delineado de ansiedades internas, estéticas y formales. Incertidumbres que incluso provienen de la visión urbana en la que se mueven como madres y esposas que administran sus espacios o el modo como perciben el entorno inmediato sin caer en las incidencias obvias de sus correligionarios. En lo técnico, como siempre, saben hacer uso de las herramientas a su disposición. En pocas palabras, son limpias y pulcras en procedimientos y resultados. Sus Xilografías e intaglios del presente lucen, por lo tanto, como productos acabados desde las perspectivas que se esperan para exponer al público.

lunes, 4 de agosto de 2008

Un espacio para la locura


El teatro es uno de los tantos escenarios expresivos para desarrollar ideas que, en el mundo normal, pueden ser interpretadas como resultado de la locura.
Curioso, porque ese universo de “cordura” es el que nutre la imaginación de los dramaturgos para exponer las demencias observadas desde la realidad. ¿Qué es lo que lleva a un individuo a subirse a una tarima y hacer cosas que no harían otras personas bajo ninguna circunstancia?
Ser actor (o director de teatro), en Guatemala, es parte de una actividad que no necesariamente puede ser considerada como lucrativa. Esto último depende del género que los involucrados decidan seguir y de su público objetivo. Sin despreciar el espectáculo instantáneo de los cafés teatro o a los artistas que lo desarrollan —ya que también poseen sus méritos— es inevitable hacer notar que las propuestas serias escasean en nuestro medio, aunque eso no sea del todo cierto.
Durante más de un cuarto de siglo, me ha tocado trabajar con (y a la par) de talentos que están luchando por hacer realidad sus sueños. En el presente niños, adolescentes y adultos comparten conmigo un difuso firmamento, que ocupa noches completas durante meses, y luego, cuando hay espacios disponibles, los viernes, sábados y domingos. Otro tipo de diversiones quedan en un segundo plano debido a que el show siempre es lo más importante. De la mano viene la necesidad de expresarse.
La semana pasada, especialmente, pude ver —conmovido— el esfuerzo de los elencos de las dos obras que tenemos en escena. Los niños, ya en los escasos descansos o marcajes técnicos, hacían sus deberes escolares mientras luchaban con el sueño. Los adolescentes, entre los que cuento con artistas que simultáneamente trabajan en otras producciones, camuflando su cansancio y proyectando lo mejor de sí mismos, para —lo que parece imposible de creer— reforzar las acciones de nosotros, los agotados adultos. Sumado a eso, la satisfacción de contar con colegas que, con su experiencia, le siguen sumando valores a los productos creativos que le llevamos al público. Ni se diga, lo especial, que tienen que ser padres, esposos y empleadores para entender las largas ausencias de los protagonistas.
Dos obras; no es la primera vez ni la última (el jueves próximo continuamos con los ensayos de una tercera, 1649 (original de Rubén Nájera), más adelante el Tenorio (dirigido por María Teresa Martínez) y después otro proyecto de Mayro de León. Más de 20 actores —lo que sí es una proeza, ya que hay que ser mago para conjugar temperamentos y horarios disímiles— están ya en el escenario con los Cuadros de Humor y Amor al Fresco. Pero mañana, sin demeritar la propuesta que estrenamos el viernes pasado, es que lucimos nuestro platillo principal: Lily Monster y Alicia en el País de las Maravillas. Drama en el que conseguimos crear un espacio especial para el arte, a partir de referentes como la bipolaridad, esquizofrenia y las alucinaciones.