Por la inmediatez y la naturaleza efímera de las exposiciones de Luis Álvarez y Guillermo Grajeda Mena (entre otras actividades), estoy dejando para más adelante la segunda parte del artículo sobre Joaquín García y su sala de espectáculos: Solo Teatro.
Luis Álvarez nació el 3 de junio de 1917. Sus estudios formales los empieza en la Escuela de Bellas Artes (hoy Escuela Nacional de artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla) en la década de 1930, bajo la tutela de importantes artistas como Enrique Acuña Orantes, Humberto Garavito y Ovidio Rodas Corzo, entre otros representantes del paisajismo. Corriente a la que se sumaría primero como estudiante y luego como uno de sus más sólidos representantes. Es así como el nombre de Luis Álvarez queda inscrito en la historia y de paso, con el correr del tiempo, como el último representante de los “maestros de la luz” al sobrevivirlos a todos. Para anotarlo más claramente, su nombre cierra un listado que abre Acuña y Agustín Iriarte (ambos nacidos en 1876) y que integran autores como Rafael Pérez De León, Antonia Matos, Alfredo Gálvez, Carmen de Pettersen, Carlos Rigalt, Antonio Tejeda Fonseca, Jaime Arimany o Miguel Ángel Ríos, para citar algunos nombres.
La vida creativa de Álvarez, además de longeva es meritoria. Ya en el rescate del patrimonio de la nación –restauró, entre otros bienes inmuebles, los retablos, imágenes y pinturas de La Merced en Antigua y San Juan El Obispo—, o desde su perspectiva como pintor, donde aporta singulares empastes que le sirvieron para diferenciar las sombras de las luces con un toque personalista y muy especial. Hoy, a sus 92 años, sigue pintando y pueden percibirse variaciones por demás significativas. Don Luis Álvarez es autor de la escena Corte de Café que aparece en el los billetes de 50 quetzales. Su trabajo se exhibe en importantes pinacotecas, como las de los Bancos de Guatemala e Industrial, así como otros museos particulares.
En la Antigua Guatemala, en Casa Santo Domingo, se presentan por primera vez desde que murió Guillermo Grajeda Mena en 1995, una colección de 57 dibujos (incluyendo un autorretrato) pertenecientes a los fondos de la colección MONESCO.
La selección está integrada por piezas de dimensiones pequeñas realizadas sobre papel e incluye trabajos creados en tintas, a partir de los años 1950 hasta poco antes de su muerte. De tal suerte que pueden apreciarse desde dibujos conmemorativos hasta bocetos que prefiguran algunos de sus murales en la Academia de Geografía e Historia y el Museo de la Democracia, Escuintla, hoy en muy mal estado de conservación.
Grajeda es uno de los representantes más vigorosos de la Revolución de 1944, junto a otros artistas vitales de la plástica del siglo XX guatemalteco, como Dagoberto Vásquez Castañeda, Juan Antonio Franco y Roberto González Goyri. Coincidentemente compartió aulas y maestros con Luis Álvarez. La participación de Guillermo Grajeda Mena fue fundamental en el proceso de creación y la fundición de los murales del Centro Cívico. Esta muestra, incomprensiblemente, ha pasado totalmente desapercibida.