lunes, 29 de diciembre de 2008

Galería Wer y otras exposiciones (I)

A la par de la Galería Antigua, en la misma manzana, la Galería Wer expone la obra de tres autoras diferentes entre sí pero que guardan objetivos comunes respecto al campo de las artes: producir trabajos con carácter estético sin olvidarse de los estatutos adquiridos durante su formación plástica.
Me refiero a la muestra con la que se cerró la conmemoración del X aniversario de la Galería anfitriona y clausuró el festival del visitante 2008. Se trata de Beberly Rowley, Germania y Olga Arriola de Geng.
Las dos primeras autoras han estado bastante alejadas de las galerías de arte de la capital y por ello se hace difícil visualizar las evoluciones por las que han pasado en la última década. En todo caso el perfil de sus propuestas gira por lo general en torno a la mujer, la belleza y la sensualidad natural que el género exuda. La línea, paleta y hasta composición, las identifica dentro de las escuelas norteamericanas. Grabado, escultura y otras expresiones técnicas las aúnan a Olga Arriola de Geng quien, dicho sea de paso, es una creadora sui géneris.
La señora Geng acaba de exponer en el Museo Nacional de Arte Moderno y su trabajo se exhibe en espacios privilegiados de la ciudad capital. En este caso se presenta como grabadora poseedora de figuraciones y coloridos que ha sabido hacer suyos a partir de una mezcla de técnicas convencionales y experimentales. Su aporte al campo de las artes abarca desde investigaciones etnológicas hasta aciertos en distintos campos de expresión entre los que caben la cerámica y vidrio. Por esos méritos recibió un galardón otorgado en 2008 como artista del año por la galería Wer.
Junto a ellas expuso Lily Palomo de Jauregui. Lamentablemente por lo concurrido de la inauguración no llegué a encontrar su trabajo. También hay que mencionar a la escultora Rae Frese Leeth, quien no aparece mencionada en la invitación, pero que trabajó un par de obras realizadas con Germania. Además hay que mencionar el salón que aquel espacio le dedica al ceramista cubano Orestes Sánchez quien fue invitado a participar con lo más reciente de su producción creativa.
De la Galería Wer hay que caminar hacia el Centro de Formación de la Cooperación Española. Allí se presenta Mirando Hacia el Sur, un montaje que, por sus características museográficas, se apega más al sentimiento artístico del presente. En esencia, el trabajo curatorial y las salas que lo albergan, están encaminados hacia la reflexión, confrontación de ideas y el conocimiento de la génesis de pensamientos que las concibieron. Es existencial e imposible que se salga indiferente del recinto.
Casa Santo Domingo también tiene una oferta de primer orden. Se trata de la retrospectiva del mítico Carlos Valenti y la colección que de él llegó a atesorar el doctor Manuel Morales. La misma se exhibe en la Sala Marco Augusto Quiroa y está provocando actividades paralelas como lo es la puesta en escena, próximamente, de Esto no es una Pipa (Carlos Valenti) de Eduardo Halfon.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Libros dulces y otras exposiciones

El establecimiento de Doña María Gordillo es uno de los puntos nostálgicos de la tradición gourmet del dulce nacional. Desde el proceso de producción hasta su venta en la histórica sala de ventas de la Antigua Guatemala, es aquella tienda la que conecta el imaginario con las memorias infantiles, recuerdos familiares y el mundo lúdico de los sentidos.
El libro que honra su trayectoria (y la de otros centros de carácter más popular) fue escrito por Miguel Álvarez y Julio Román, bajo el auspicio de G&T Continental.
Entre otros valores interesantes del documento, destacan los registros de pinturas de origen indígena que denotan la importancia que la dulcería posee en las culturas del interior. En este sentido, el tema permite abrirse hacia un espacio paralelo que perfila una parte esencial, positiva, de la personalidad nutritiva y mestiza nacional.
La revista Perspectivas de Arquitectura y Diseño No. 05 está dedicada a la firma que regentan los arquitectos Víctor Cohen y Guillermo Pemueller desde 1972. Además de una entrevista a ambos, vistas de construcciones de edificios y casas particulares, la publicación incluye un artículo dedicado a los dibujos de Arnoldo Ramírez Amaya, de Antonio Prado Cobos.
Bajo el título Proyecciones de Arte, Prado esboza contenidos de lo que pronto será un estudio más completo sobre la producción del artista citado. Acompañado de su análisis y el desglosamiento del trabajo, hay un anexo que puntualiza la atención hacia uno de los cánceres que está viviendo el mercado de las artes visuales: la falsificación de obras de arte. En este sentido el artículo obtiene otro cariz que invita a adentrarse en el tema. Efectivamente, hoy por hoy, la obra de Ramírez Amaya es burdamente falsificada.
Mientras los establecimientos artísticos de la ciudad capital se preparan para cerrar por sus vacaciones de fin de año, los de algunas comunidades del interior están listos para recibir vacacionistas con diversidad de ofertas. La Galería Antigua, por ejemplo, expone la obra de tres escultores contemporáneos: María Girón, Alejandro Leal y Arturo Maldonado. Girón y Leal exhiben regularmente por lo que no detallaré su trabajo. Sin embargo a Arturo Maldonado es muy difícil verlo exponiendo su obra más íntima.
Este artista es uno de los ceramistas más importantes del país y junto a Olga Arriola de Geng, formaron a una nueva generación especializada en la rama. Sus diseños se construyen bajo premisas estéticas modernistas en las que tanto el color como la composición juegan papeles de primer orden. La línea y el matiz son básicos en su producción. Las esculturas que muestra en esta ocasión denotan el alto sentido que Maldonado le da al movimiento y a la posición que el objeto ocupa en el espacio. En ellas propone desde las perspectivas que el escenario le brinda y la experiencia que como fotógrafo teatral posee. Es así como sus figuras antropomorfas adquieren un sentimiento especial y vívido… (Continúa)

lunes, 15 de diciembre de 2008

Tres libros muy especiales


La semana pasada se entregó —bajo el formato de libro— una compilación de documentos escritos por Roberto González Goyri. El trabajo, auspiciado por Adesca e impreso en Editorial Serviprensa, se dio a conocer al público con el nombre: Reflexiones de un Artista. Obra que se sustenta desde el pensamiento de un hombre muy ordenado cuyas propuestas creativas le valieron espacios privilegiados en la historia del arte nacional.
La variedad en sus contenidos, la manera sencilla, espontánea, clara y humana con la que González Goyri transmitió sus ideas, aportan mucho para el entendimiento de la ideología de su lapso de acción. Al mismo tiempo desvelan otras facetas de los perfiles intelectuales por los que el autor transitó. De este modo se hace fácil percibir su pensamiento respecto de las artes visuales y las múltiples variantes que exploró con éxito indiscutible.
En sus notas también hubo espacio para exaltar el trabajo de otros artistas nacionales y extranjeros. Entre muchos hay que destacar los realizados acerca de la labor de maestros como Dagoberto Vásquez Castañeda, Roberto Ossaye, Carlos Mérida, Arturo Martínez, Rodolfo Abularach, Humberto Garavito, Magda Eunice Sánchez y Luis Díaz. Material que se enriquece con otras temáticas como las relativas al Centro Cívico y la génesis de sus murales in situ o el discurso que escribiera para su última exposición en vida en el Paseo de los Museos de Casa Santo Domingo, pocos días antes de su deceso.
El otro libro fue publicado en el 2006 por Magna Terra Editores y entregado para conmemorar el 40 aniversario de la Universidad Del Valle de Guatemala. Se trata de la Antología de artículos de historia del arte, arquitectura y urbanismo de Jorge Luján Muñoz que, por ser un material extraído de distintos compendios dispersos, posee un valor documental relevante tanto para profesionales como para estudiantes e interesados en los temas que el tratado propone.
De modo claro, sin perder su esencia académica, el autor ilustra datos interesantes de arquitectura colonial como el fascinante edificio circular del Monasterio de Capuchinas o los componentes de planos de la ciudad de Santiago de Guatemala en la segunda mitad del siglo XVIII y hasta las observaciones sobre problemas que se presentan en la conservación de monumentos. Otros temas abarcan la arquitectura neoclásica en la Nueva Guatemala de la Asunción en manos de uno de sus primeros arquitectos Pedro de Garci-Aguirre.
En lo práctico se adentra en la relación comercial de obras de arte entre España y la Guatemala colonial. En lo visual presenta un valioso estudio acerca del miniaturista Francisco Cabrera y sobre la pintura del paisaje guatemalteco. Otro de los capítulos más interesantes es el de su propuesta sobre la tradición clásica durante los festejos establecidos por Manuel Estrada Cabrera: “Las Minervalias”.
El tercer libro fue entregado al público el jueves recién pasado, bajo el auspicio de la Editorial Galería de G&T Continental. La obra apela a nuestra memoria inmediata del paladar ya que trata sobre la historia de la dulcería de doña María Gordillo y otros centros productores de dulces típicos… (Continúa).

lunes, 8 de diciembre de 2008

Casa Santo Domingo y 1649

El pasado 30 de noviembre Aquelarre Teatro Contemporáneo estrenó, en la nueva sala de Casa Santo Domingo, la obra 1649 del dramaturgo Rubén E. Nájera.
La pieza, premiada en los Juegos Florales Centroamericanos de 1989, destaca por sus contenidos y por la ficción que el autor crea a partir de sucesos y personajes reales como la inclusión del Capitán General, Don Diego de Avendaño o el extraño meteoro incandescente que apareció el 14 de abril de aquel año en los cielos de la capital Santiago.
En la historia implícita paralela, el gobierno español está empobrecido debido a múltiples problemas relacionados con el aparato que sostiene a la corona. Los administradores coloniales no manejan con la claridad necesaria el servicio a su soberano y la madre patria. Es por ello que en enero de 1648 se solicita al rey que autorice que el ayuntamiento cobre renta a los descendientes de los conquistadores y a los pobladores, para sufragar gastos. Contrariamente la iglesia local pasa por buenos momentos y es por aquella época que se está trabajando en enriquecer artísticamente los templos de Santo Domingo y San Francisco el Grande. Contraste en el manejo de fondos que Rubén Nájera deja ver en el desarrollo de su lectura. Amor, odio, venganza, desolación, templanza, son algunos de los sentimientos que surgen al paso en la evolución del trabajo actoral.
Nájera además de la dramaturgia sobresale por una basta producción de sólidos ensayos. Su obra teatral posee un sentimiento especial respecto del rescate de las artes escénicas serias de Guatemala. En este sentido no hace concesiones. Es por ello que distintos directores nacionales y extranjeros, han llevado a la escena trabajos como Historias para la hora del Baño, Quicab, El Huésped de Longinos (La Gran Noche del Mundo), Borreau, Sacra Conversación, Clitemnestra ha Muerto, El Monje y otras piezas entre las que también se encuentran creaciones dirigidas a los infantes. Nombres que no sólo le dan un sentido a la historia reciente del teatro guatemalteco, sino que lo fortalecen y le brindan contenidos formales.
El proceso de evolución del trabajo de 1649, su lectura y los posteriores ensayos, fueron acompañados por Rubén Nájera y otros profesionales invitados que nos ampliaron la panorámica y el contexto en el que se desarrolla la trama. Dimensión que se hace apreciable y que toma un sentido especial, cuando se presenta en un espacio como Casa Santo Domingo, en donde todas las referencias están a la mano y pueden ser percibidas de modo particular por el público. A estas dos instituciones de la cultura se suma un elenco que yo, como director de la obra, considero de lujo. Vallardo Díaz, Vivian Sánchez y William García Silva lo encabezan. Marcela Colom, Roberto Arana, Raymundo Rosales y mi persona (de Aquelarre). Y las jóvenes promesas Antoine Gely y Alexandré Alarcón (de Artestudio Kodaly). Todos contribuyen a crear la magia. Visite www.aquelarrecontemporaneo.blogspot.com

lunes, 1 de diciembre de 2008

Salón nacional de las artes visuales

El 17 de noviembre comencé una serie de artículos relacionados con el “Salón Nacional de las Artes Visuales” que interrumpí debido al sensible fallecimiento de Oswaldo Cercado.
En el primer artículo anoté que, para su existencia, se requerían políticas culturales claras, que la sala no estuviera sujeta a los usos de intereses de promoción social oficialista y que ésta se ajustara a las necesidades de la obra y no al revés que las colecciones se adecuaran a las del edificio. Hay que recordar también que aquella publicación y ésta fueron motivadas por una convocatoria que llegó desde el Palacio Nacional de la Cultura. ¿El objetivo específico? crear la base teórica en busca de la conservación de la colección existente y la difusión de ideas fundamentadas en el encuentro de valores contemporáneos en el campo de las artes visuales. El proyecto no es nada sencillo de lograr debido a los escasos fondos que los distintos gobiernos invierten en el Ministerio de Cultura y la educación a través y para las artes.
Entonces es en el presupuesto que sustente dicha sala en donde se puede visualizar otro renglón a considerar para su configuración. El tema conduce de la mano a la contratación del personal adecuado para dicha empresa y su independencia de los intereses ideológicos palaciegos.
Es obvio que un museo de esta naturaleza, que además contenga una galería de dimensión nacional, debe ser manejado por peritos en la materia y no por burócratas seleccionados por criterios que nada tienen qué ver con el universo artístico. Directores, curadores, museógrafos, restauradores, diseñadores gráficos, encargados capacitados de las salas… toda una batahola administrativa por la que nuestros gobiernos no han estado dispuestos nunca a pagar como corresponde.
A la par, la sala ideal debería implementar un centro de documentación voraz (por la exhaustiva búsqueda del material correspondiente y su proyección al público interesado), aunado a una videoteca bien equipada. Preguntas y disquisiciones que, como siempre, caerán en el vacío hay muchas ¿En dónde están los materiales que crearon y organizaron Víctor Vásquez Kestler o Dagoberto Vásquez Castañeda? ¿Será cierto que fueron quemados en el traspatio del Ministerio de Cultura hace unos años? Si no, qué bien, hay que reclasificarlos y llevarlos a donde se puedan estudiar. Tengo entendido que la pinacoteca de arte popular (que nada tiene que ver con la que se exhibe en el Palacio) no aparece por ningún lado.
Si se ha de hacer un museo con una colección que ya está rezagada en cuanto a trabajos contemporáneos, también tendrá que considerarse la adquisición de nueva obra para fortalecerla. Gran parte de la actual –de la cual hay que hacer una purga- o fue donada por los artistas o llegó recibida a cambio de pírricos premios otorgados en distintos certámenes nacionales. Si las preguntas son muchas, los compromisos son mayores y nada cosméticos. De paso se podría hacer mucho por fortalecer las artes escénicas, musicales y las letras. Hay que crear espacios de inclusión inteligente y no de inclusión romántico. Espacios de provocación y proyección de ideas (podría continuar).