Pero no solo la cultura occidental le ha dado mayor o menor valor a los sucesos que involucran espíritus o energías relacionadas al más allá.
Por ejemplo, en China abundan “los relatos tradicionales sobre fantasmas”; la fuente on line indica “que se creía en ellos y hasta se les rendía culto”. Según esta, Confucio dijo: “Respetad a los fantasmas y a los dioses, pero alejaos de ellos”. Los fantasmas chinos o Kuei “son espíritus malvados de personas que vivieron una vida deshonrosa o perversa, o que murieron de forma violenta. Se dice que hacen daño a las personas y buscan a quién asesinar para que el espíritu de la víctima ocupe el lugar del Kuei en el Infierno”. Esta acción “solo es posible con los espíritus débiles y cobardes”. Las autoridades, indica la cita, prohibieron en el 2007 las historias de fantasmas; sin embargo, no hay quién pueda en contra de la tradición. En Japón, estos “son espíritus apartados de una pacífica vida tras la muerte, debido a algo que les ocurrió en vida, falta de una ceremonia funeraria adecuad o por cometer suicidio”. Sus descripciones pueden ser escalofriantes. En aquella cultura también existen las formas benéficas como la de “una madre que murió durante el parto o dejando niños pequeños y que regresa para cuidar de sus hijos o traerles dulces que, al desaparecer el fantasma, se transforman en hojas secas”.
Europa también posee su carga de fantasmas. En Escocia, como en Inglaterra, es común escuchar la historia de revelaciones físicas de reinas sin cabeza o de gaiteros y gnomos. Francia cuenta, entre muchas, con la aparición de Matilde, la emperatriz hija de Guillermo el conquistador, quien, según los relatos, se deja ver las noches de luna llena. Hay historias abundantes hasta en los países más descreídos. Si se busca, se encuentran narraciones y páginas con cientos de testimonios. La mayoría increíbles, pero los pocos coherentes sí dan mucho que pensar.
Pero regresando a nuestro cementerio, ¿hay testigos que narran sus encuentros con el más allá? Pues la verdad es que sí y muchos. Uno de los relatos más conocidos es el Feliche, un hombre que fue fusilado durante el régimen de Jorge Ubico. Se dice que solía visitar las majestuosas puertas del camposanto. Eso contaba mi abuelo. Pero hay historiadores, como Celso Lara, que pueden contar relatos con más propiedad que este servidor.
Ha pasado una semana desde que publiqué el primer artículo sobre el tema. En el lapso me han preguntado si encontré alguna presencia durante mi visita nocturna y la respuesta es que sí y que no. La verdad es que no vi nada fuera de lo común. Sin embargo, sí sentí y percibí algunas cosas que no puedo explicar y que no tienen nada que ver con la producción del programa. La primera fue un miedo irrazonable que a penas si me dejó pasar por un corredor de nichos específico. Si se toma en cuenta que tenía como a 30 personas a unos pasos, que había luz y que otros compañeros experimentaron la misma sensación, pues allí seguro que había algo… (Continúa).
lunes, 30 de noviembre de 2009
lunes, 23 de noviembre de 2009
Noche en el cementerio
La noche del sábado 14 de noviembre la pasé, literalmente, en el Cementerio General.
El caso es que fui invitado, junto a varias personalidades de la cultura nacional, a participar en un programa para ayudar a registrar energías de ultratumba. Los invitados fueron la diputada Anabella De León, el músico Bladimir Gaitán, los actores Vanessa Oliva, Douglas Vásquez y Enrique Cano. Todos, incluyéndome, con una disponibilidad absoluta para seguir las instrucciones que Carlos Javier Buisay y Carlos Portillo nos indicaran para alcanzar el objetivo.
Para tranquilidad de todos los participantes, los productores del programa no aplicaron ningún procedimiento para convocar lo que yo entiendo fuerzas energéticas perdidas en el espacio interterrenal. Nuestro papel fue expectante y por ende, lo más respetuoso posible para los que como en mi caso tenemos seres queridos reposando en aquel camposanto. De hecho teníamos más aprensión por los vivos, ya que el Cementerio General de Guatemala está en la lista de las zonas rojas del país. Me ocuparé unos párrafos más delante de nuestra visita y de los hallazgos alcanzados.
En una investigación superficial por la Internet encontré que la Iglesia Católica no cree en fantasmas porque no admite la existencia del limbo. El sitio que visité indica que la institución “considera perjudicial, dañoso, autodestructivo y pecaminoso el uso de la necromancia, la Ouija, el Tarot y de cualquier ceremonia o procedimiento no religioso con el cual se obtenga comunicación con la otra vida”. Una contradicción porque si no se cree en algo, no se puede prohibir que la gente pierda el tiempo tratando de comunicarse con la nada o lo que no existe. Fortalece la idea de que puede haber algo más allá cuando se piensa que muchas corrientes religiosas del siglo XXI aún aplican exorcismos y rituales específicos en contra de los ¿malos espíritus? En la otra esquina se encuentran algunos “teólogos” que indican la existencia de un “limbo al que van las almas, criaturas, seres no humanos y ángeles indecisos, que no son ni buenos ni malos ni se han puesto de parte de nadie, esperando el lugar que Dios les dará cuando ocurra el juicio final”. Si a mí se me apareciera un ángel, indeciso o no, no habría poder humano (ni celestial) que me convenciera que este no era un fantasma.
Para darle un poco de romanticismo al asunto y material a los retóricos, busqué algo sobre los fantasmas y me encontré una sección de celebridades como la mujer de blanco, en España, o la Llorona, en la América de habla hispana. El inciso marcaba que “el carácter huidizo de estos fenómenos parece indicar que los fantasmas tienen más miedo de las personas que algunas personas de los fantasmas”. Aún así y como anécdota en el caso de nuestras apariciones locales, el Sombrerón, la Siguanaba, el Duende o el Cadejo están protegidas como patrimonio intangible de la Nación. Otro punto que podría, en las mentalidades más conservadoras, provocar acaloradas discusiones en contra y a favor de la ley... (Continuará).
El caso es que fui invitado, junto a varias personalidades de la cultura nacional, a participar en un programa para ayudar a registrar energías de ultratumba. Los invitados fueron la diputada Anabella De León, el músico Bladimir Gaitán, los actores Vanessa Oliva, Douglas Vásquez y Enrique Cano. Todos, incluyéndome, con una disponibilidad absoluta para seguir las instrucciones que Carlos Javier Buisay y Carlos Portillo nos indicaran para alcanzar el objetivo.
Para tranquilidad de todos los participantes, los productores del programa no aplicaron ningún procedimiento para convocar lo que yo entiendo fuerzas energéticas perdidas en el espacio interterrenal. Nuestro papel fue expectante y por ende, lo más respetuoso posible para los que como en mi caso tenemos seres queridos reposando en aquel camposanto. De hecho teníamos más aprensión por los vivos, ya que el Cementerio General de Guatemala está en la lista de las zonas rojas del país. Me ocuparé unos párrafos más delante de nuestra visita y de los hallazgos alcanzados.
En una investigación superficial por la Internet encontré que la Iglesia Católica no cree en fantasmas porque no admite la existencia del limbo. El sitio que visité indica que la institución “considera perjudicial, dañoso, autodestructivo y pecaminoso el uso de la necromancia, la Ouija, el Tarot y de cualquier ceremonia o procedimiento no religioso con el cual se obtenga comunicación con la otra vida”. Una contradicción porque si no se cree en algo, no se puede prohibir que la gente pierda el tiempo tratando de comunicarse con la nada o lo que no existe. Fortalece la idea de que puede haber algo más allá cuando se piensa que muchas corrientes religiosas del siglo XXI aún aplican exorcismos y rituales específicos en contra de los ¿malos espíritus? En la otra esquina se encuentran algunos “teólogos” que indican la existencia de un “limbo al que van las almas, criaturas, seres no humanos y ángeles indecisos, que no son ni buenos ni malos ni se han puesto de parte de nadie, esperando el lugar que Dios les dará cuando ocurra el juicio final”. Si a mí se me apareciera un ángel, indeciso o no, no habría poder humano (ni celestial) que me convenciera que este no era un fantasma.
Para darle un poco de romanticismo al asunto y material a los retóricos, busqué algo sobre los fantasmas y me encontré una sección de celebridades como la mujer de blanco, en España, o la Llorona, en la América de habla hispana. El inciso marcaba que “el carácter huidizo de estos fenómenos parece indicar que los fantasmas tienen más miedo de las personas que algunas personas de los fantasmas”. Aún así y como anécdota en el caso de nuestras apariciones locales, el Sombrerón, la Siguanaba, el Duende o el Cadejo están protegidas como patrimonio intangible de la Nación. Otro punto que podría, en las mentalidades más conservadoras, provocar acaloradas discusiones en contra y a favor de la ley... (Continuará).
lunes, 16 de noviembre de 2009
Las Mazorcas
Se habla de un renacimiento del teatro guatemalteco. Más bien me atrevería a decir que por fin le están dando los espacios acreditados a los teatristas serios.
Esto no solo les ha dado una nueva visibilidad a los creadores escénicos, sino que ha insuflado un nuevo hálito al espectáculo nacional. Las hermanas Mazorca, de la cual queda ya la última función el martes 24 de noviembre en la UP, entra en esta categoría.
¿Quiénes están detrás de este montaje? Para empezar, una directora de lujo: Flora Méndez, quien además interpreta uno de los papeles. Esta artista ya ha dirigido varios trabajos con jóvenes, alcanzando excelentes resultados. El día que el Sol despreció a la Luna, El tesoro de Anita y el Entremés de los cinco pescaditos y el Río Revuelto (Manuel Galich) son algunos de sus montajes para niños. Para adultos dirigió recientemente Q.E.P.D. (junto al desaparecido Alfredo Chang L.) y Las Mazorcas.
El ámbito de acción de Méndez en los últimos años han sido las academias de arte —ha formado buenos actores— y recientemente la Escuela Superior de Arte de la Universidad de San Carlos, en donde imparte el taller de actuación 1 (Meyerhold). Como actriz ha destacado en Baby Boom, Tres intrusiones en el ojo ajeno (Estuardo Galdámez), Fuente Ovejuna (Lope de Vega), La Molinera (Casona) y La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca), entre otros. También hay que agregar que es actriz de televisión y de cine.
El elenco está complementado por otros artistas de igual trayectoria. Iván Martínez, quien además es bailarín contemporáneo y folclórico, ha actuado bajo la dirección de protagonistas muy representativos de la historia escénica guatemalteca como Luiz Tuchán, Lizette Mertins, Alfredo Porras Smith, Willy Ramírez Valenzuela, Vinicio Morales, Ángelo Medina, Fernando Juárez y el listado solamente para echar lumbre.
Entre sus trabajos memorables se deben listar Pluto, Ixcalqueh, La caja de arena, El Rey de la Altanería, El Señor Presidente y Corona de amor y muerte, entre muchas. Migdalia Ruiz y Nelly Castillo tienen los roles de la Mamá Tierra y la Mazorquita. La primera ha desarrollado su carrera principalmente en los escenarios de la UP, y Nelly Castillo es una de mis compañeras entrañables de las tablas. De ellas escribiré, en algún momento, un artículo en el que se resalten con justicia sus trayectorias.
La obra tiene elementos emparentados con la cosmovisión maya. Su vestuario es una abstracción metafórica de componentes culturales guatemaltecos, que no caen en el romanticismo de imitar lo existente.
Ni quiere ser folclórica ni lo necesita. Por ende, la historia es una neoleyenda que se aplica, con poesía y magia envolvente, a una de las realidades más vividas de la tragedia mundial: el calentamiento global. Toda la historia impregnada de una metáfora que más que denunciar invita a soñar y a transportarse a un plano paralelo en el que lo lúdico toma el papel de conciencia.
La UP queda en la 10 calle 10-32 de la zona 1, cercana a la iglesia Capuchinas. Asista, no se arrepentirá. Hay parqueo inmediato.
Esto no solo les ha dado una nueva visibilidad a los creadores escénicos, sino que ha insuflado un nuevo hálito al espectáculo nacional. Las hermanas Mazorca, de la cual queda ya la última función el martes 24 de noviembre en la UP, entra en esta categoría.
¿Quiénes están detrás de este montaje? Para empezar, una directora de lujo: Flora Méndez, quien además interpreta uno de los papeles. Esta artista ya ha dirigido varios trabajos con jóvenes, alcanzando excelentes resultados. El día que el Sol despreció a la Luna, El tesoro de Anita y el Entremés de los cinco pescaditos y el Río Revuelto (Manuel Galich) son algunos de sus montajes para niños. Para adultos dirigió recientemente Q.E.P.D. (junto al desaparecido Alfredo Chang L.) y Las Mazorcas.
El ámbito de acción de Méndez en los últimos años han sido las academias de arte —ha formado buenos actores— y recientemente la Escuela Superior de Arte de la Universidad de San Carlos, en donde imparte el taller de actuación 1 (Meyerhold). Como actriz ha destacado en Baby Boom, Tres intrusiones en el ojo ajeno (Estuardo Galdámez), Fuente Ovejuna (Lope de Vega), La Molinera (Casona) y La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca), entre otros. También hay que agregar que es actriz de televisión y de cine.
El elenco está complementado por otros artistas de igual trayectoria. Iván Martínez, quien además es bailarín contemporáneo y folclórico, ha actuado bajo la dirección de protagonistas muy representativos de la historia escénica guatemalteca como Luiz Tuchán, Lizette Mertins, Alfredo Porras Smith, Willy Ramírez Valenzuela, Vinicio Morales, Ángelo Medina, Fernando Juárez y el listado solamente para echar lumbre.
Entre sus trabajos memorables se deben listar Pluto, Ixcalqueh, La caja de arena, El Rey de la Altanería, El Señor Presidente y Corona de amor y muerte, entre muchas. Migdalia Ruiz y Nelly Castillo tienen los roles de la Mamá Tierra y la Mazorquita. La primera ha desarrollado su carrera principalmente en los escenarios de la UP, y Nelly Castillo es una de mis compañeras entrañables de las tablas. De ellas escribiré, en algún momento, un artículo en el que se resalten con justicia sus trayectorias.
La obra tiene elementos emparentados con la cosmovisión maya. Su vestuario es una abstracción metafórica de componentes culturales guatemaltecos, que no caen en el romanticismo de imitar lo existente.
Ni quiere ser folclórica ni lo necesita. Por ende, la historia es una neoleyenda que se aplica, con poesía y magia envolvente, a una de las realidades más vividas de la tragedia mundial: el calentamiento global. Toda la historia impregnada de una metáfora que más que denunciar invita a soñar y a transportarse a un plano paralelo en el que lo lúdico toma el papel de conciencia.
La UP queda en la 10 calle 10-32 de la zona 1, cercana a la iglesia Capuchinas. Asista, no se arrepentirá. Hay parqueo inmediato.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Jorge Castañeda
El 28 de octubre, G&T Continental entregó a Jorge Castañeda y a Casa Santo Domingo (Diego Castañeda) Dos Arrayanes de Oro.
La distinción la motivó los muchos aportes que la familia Castañeda y Casa Santo Domingo han hecho en pos de la cultura guatemalteca. El honor de dirigir unas palabras a don Jorge, en la sala de actos oficiales del Palacio Nacional, recayó en mi persona, y queridos lectores no tienen idea de lo honrado y agradecido que me sentí de participar de este justo homenaje a quien tanto ha hecho por muchos. En lo personal y gracias a don Jorge —lo mismo puedo anotar de G&T Continental— he encontrado una dimensión en un medio que suele ser cuesta arriba para los artistas. También debo acotar que lo aprecio profundamente porque ha sido bondadoso conmigo sin obligación de serlo y porque él realmente se deja apreciar con facilidad.
He de reconocer, con un poco de vergüenza, que me tardé algún tiempo en entender con claridad quién era ese don Jorge Castañeda del que los artífices hablaban todo el tiempo. El bajo perfil que este hombre proyecta no iba de la mano con el impacto de lo que hacía. Su labor, sin embargo, la conocía y veía con reverencia: Casa Santo Domingo y su red de museos. La acción obnubilaba totalmente el origen productor de la misma.
Cuando por fin llegué a él descubrí que lo que estaba detrás resultaba tan o más interesante que la propia faena que este mecenas moderno impulsaba. Este era Jorge Castañeda, y a él se le puede definir como un personaje cálido con sus amigos y generoso con todos los que se acercan a él. En su honor hay que mencionar que el empresario se lo había jugado todo apostando a una carta que otros hubieran dejado pasar sin pensarlo dos veces. Hizo de un tiradero de ripio un hotel cinco estrellas y de paso creó una red cultural única.
El Corredor de Museos es un área en donde se pueden visitar múltiples tipos de muestras de las épocas precolombinas, coloniales, independientes y contemporáneas, además del arte extranjero que constantemente visita sus salas.
En lo práctico, Jorge Castañeda (y su familia), le están dando a Guatemala un espacio de existencia que no tiene comparación alguna con ningún otro esfuerzo de esta naturaleza que yo conozca o que esté historiado. Sus barcos, como los de Colón, se dirigen hacia una meta que, si en un principio parecía utópica, hoy es toda una realidad tangible que se refleja en educación para los guatemaltecos y en todo un legado de rescate, protección y promulgación de fondos culturales que de otra manera estarían perdidos en la memoria de los tiempos.
A lo anotado hay que sumar el proyecto anexo que adecuó una montaña completa para un centro cultural que respeta lo ecológico y que le suma nuevos valores a Antigua Guatemala. Proyectos que no son más que el reflejo de las inquietudes de este guatemalteco número uno que, contra viento y marea, contra cualquier pensamiento lógico, se enfocó en creer en lo nuestro.
La distinción la motivó los muchos aportes que la familia Castañeda y Casa Santo Domingo han hecho en pos de la cultura guatemalteca. El honor de dirigir unas palabras a don Jorge, en la sala de actos oficiales del Palacio Nacional, recayó en mi persona, y queridos lectores no tienen idea de lo honrado y agradecido que me sentí de participar de este justo homenaje a quien tanto ha hecho por muchos. En lo personal y gracias a don Jorge —lo mismo puedo anotar de G&T Continental— he encontrado una dimensión en un medio que suele ser cuesta arriba para los artistas. También debo acotar que lo aprecio profundamente porque ha sido bondadoso conmigo sin obligación de serlo y porque él realmente se deja apreciar con facilidad.
He de reconocer, con un poco de vergüenza, que me tardé algún tiempo en entender con claridad quién era ese don Jorge Castañeda del que los artífices hablaban todo el tiempo. El bajo perfil que este hombre proyecta no iba de la mano con el impacto de lo que hacía. Su labor, sin embargo, la conocía y veía con reverencia: Casa Santo Domingo y su red de museos. La acción obnubilaba totalmente el origen productor de la misma.
Cuando por fin llegué a él descubrí que lo que estaba detrás resultaba tan o más interesante que la propia faena que este mecenas moderno impulsaba. Este era Jorge Castañeda, y a él se le puede definir como un personaje cálido con sus amigos y generoso con todos los que se acercan a él. En su honor hay que mencionar que el empresario se lo había jugado todo apostando a una carta que otros hubieran dejado pasar sin pensarlo dos veces. Hizo de un tiradero de ripio un hotel cinco estrellas y de paso creó una red cultural única.
El Corredor de Museos es un área en donde se pueden visitar múltiples tipos de muestras de las épocas precolombinas, coloniales, independientes y contemporáneas, además del arte extranjero que constantemente visita sus salas.
En lo práctico, Jorge Castañeda (y su familia), le están dando a Guatemala un espacio de existencia que no tiene comparación alguna con ningún otro esfuerzo de esta naturaleza que yo conozca o que esté historiado. Sus barcos, como los de Colón, se dirigen hacia una meta que, si en un principio parecía utópica, hoy es toda una realidad tangible que se refleja en educación para los guatemaltecos y en todo un legado de rescate, protección y promulgación de fondos culturales que de otra manera estarían perdidos en la memoria de los tiempos.
A lo anotado hay que sumar el proyecto anexo que adecuó una montaña completa para un centro cultural que respeta lo ecológico y que le suma nuevos valores a Antigua Guatemala. Proyectos que no son más que el reflejo de las inquietudes de este guatemalteco número uno que, contra viento y marea, contra cualquier pensamiento lógico, se enfocó en creer en lo nuestro.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Artista del año
María Eugenia Gordillo se ha convertido en una luz por su constancia y amor a los artistas.
Veintinueve años visitando teatros, galerías de arte y leyendo empedernidamente, entre otras actividades, para mantenerse al día y así mantener vigente su actividad. Son casi tres décadas que la directora de la Hemeroteca Nacional ha dedicado a gestionar con sus propios recursos y buena reputación, fondos para incentivar carreras emergentes y reconocer los méritos de artistas consolidados.
En esta ocasión fui invitado para poner la medalla como actor del año a William García Silva y para dar las palabras de cierre. Mientras esperaba mi turno tuve la oportunidad de apreciar la emoción con la que autores con carreras muy notorias y los más jóvenes también esperaban su presea. Al mismo tiempo meditaba respecto a lo importante que es para el artista que se le reconozca su labor en vida. Esto, porque la naturaleza del trabajo que realizan es siempre enfocada a un público específico y salvo los que se desempeñan sobre un escenario y reciben aplausos, rara vez tienen la oportunidad de ser resaltados o historiados por sus méritos.
El regreso a los escenarios de William García Silva, por ejemplo, fue notado de inmediato. Como protesta por la falta de espacios para ejercer con respeto la profesión, se alejó algunos años de las tablas. Fue hasta que lo convocó María Teresa Martínez, para hacer el papel de Luis Mejía en Don Juan Tenorio, cuando se decidió a entrarle de lleno a esta nueva etapa de su carrera actoral. Así llegaría a “1649” del escritor Rubén Nájera y se involucraría más adelante en la creación colectiva del guión de la obra De amor, odios y otras traiciones, en donde tomaría el papel del Rey Vlad, con la que alcanzó el meritorio título de artista del año en la categoría de teatro.
Entre los que recibieron medalla hay que destacar a una de las voces más queridas de la radio nacional: Lucy Bonilla. Esta protagonista ha dedicado su vida a la locución —y en algún momento a la televisión—, imprimiendo a su trabajo una personalidad muy particular por la calidez que exuda. También en el rubro de Trayectoria Artística fue premiada Ana Lucía Orozco, quien además de ser cantante es una extraordinaria actriz.
Las artes visuales fueron representadas por tres autores muy diferentes entre sí. Juan B. Juárez ha sido visible principalmente por las semblanzas y los análisis filosóficos que ha realizado del trabajo de otros autores.
En la actualidad ha puesto a la disquisición del público sus pinturas abstractas. Elsie de Wunderlich además de pintora es también escultora.
Su carrera sobresale por la pasión con la que ha enfrentado sus propios retos creativos. El tercero fue un reconocimiento especial para el decano de las artes de Guatemala. Se trata de Luis Álvarez, autor de la escena Corte del café que aparece en los billetes de 50 quetzales. En total fueron 15 artistas los que recibieron galardón.
Veintinueve años visitando teatros, galerías de arte y leyendo empedernidamente, entre otras actividades, para mantenerse al día y así mantener vigente su actividad. Son casi tres décadas que la directora de la Hemeroteca Nacional ha dedicado a gestionar con sus propios recursos y buena reputación, fondos para incentivar carreras emergentes y reconocer los méritos de artistas consolidados.
En esta ocasión fui invitado para poner la medalla como actor del año a William García Silva y para dar las palabras de cierre. Mientras esperaba mi turno tuve la oportunidad de apreciar la emoción con la que autores con carreras muy notorias y los más jóvenes también esperaban su presea. Al mismo tiempo meditaba respecto a lo importante que es para el artista que se le reconozca su labor en vida. Esto, porque la naturaleza del trabajo que realizan es siempre enfocada a un público específico y salvo los que se desempeñan sobre un escenario y reciben aplausos, rara vez tienen la oportunidad de ser resaltados o historiados por sus méritos.
El regreso a los escenarios de William García Silva, por ejemplo, fue notado de inmediato. Como protesta por la falta de espacios para ejercer con respeto la profesión, se alejó algunos años de las tablas. Fue hasta que lo convocó María Teresa Martínez, para hacer el papel de Luis Mejía en Don Juan Tenorio, cuando se decidió a entrarle de lleno a esta nueva etapa de su carrera actoral. Así llegaría a “1649” del escritor Rubén Nájera y se involucraría más adelante en la creación colectiva del guión de la obra De amor, odios y otras traiciones, en donde tomaría el papel del Rey Vlad, con la que alcanzó el meritorio título de artista del año en la categoría de teatro.
Entre los que recibieron medalla hay que destacar a una de las voces más queridas de la radio nacional: Lucy Bonilla. Esta protagonista ha dedicado su vida a la locución —y en algún momento a la televisión—, imprimiendo a su trabajo una personalidad muy particular por la calidez que exuda. También en el rubro de Trayectoria Artística fue premiada Ana Lucía Orozco, quien además de ser cantante es una extraordinaria actriz.
Las artes visuales fueron representadas por tres autores muy diferentes entre sí. Juan B. Juárez ha sido visible principalmente por las semblanzas y los análisis filosóficos que ha realizado del trabajo de otros autores.
En la actualidad ha puesto a la disquisición del público sus pinturas abstractas. Elsie de Wunderlich además de pintora es también escultora.
Su carrera sobresale por la pasión con la que ha enfrentado sus propios retos creativos. El tercero fue un reconocimiento especial para el decano de las artes de Guatemala. Se trata de Luis Álvarez, autor de la escena Corte del café que aparece en los billetes de 50 quetzales. En total fueron 15 artistas los que recibieron galardón.
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