Treinta y cinco años han pasado desde que, en 1975, se efectuara la primera subasta organizada por el Comité de Damas Rotarias Guatemala Sur.
Lo transcurrido son años de reflexiones, adelantos —algunos retrocesos, como todo— y lo más importante, de ser parte integral de la cultura social y artística de Guatemala. En un momento en que los cánones creativos han cambiado radicalmente, las rotarias encontraron una fórmula para darle continuidad a la actividad sin perder la personalidad y el espíritu que las ha caracterizado. Un evento de esa naturaleza, en los años de recesión que se viven en la actualidad, es una proeza. Un grupo, muy visible, quisiera que obra por obra, como también Juannio, desaparecieran. ¿Qué hay detrás de estas iniciativas? O ¿dónde surgen estas inquietudes? La respuesta es muy obvia. Primero brotan de las nuevas figuras —todopoderosas— disfrazadas de curadores. Personajes que no son otra cosa que gestores o marchantes encubiertos que ven peligrar su jugosa ganancia debido a la convocatoria de las entidades organizadoras y la fuerza que estas han desplegado por sacar del juego a los falsificadores de obras de arte que parecieran más fortalecidos que nunca. Deslealtad que les ha llevado incluso a infiltrarse en las casas de coleccionistas particulares que son convencidos, luego de estrategias específicas, que además de no tener gusto, deben deshacerse de todo lo que sobra en la colección
¿Ya habrá adivinado el lector quiénes les hacen el favor de vender lo que “sobra” y también se encargan de rellenar los espacios dejados por la obra saliente? Claro: esos pseudocuradores. De este modo mucha gente ha salido de sus Dagobertos Vásquez, Carlos Mérida, Elmar Rojas, Antonias Matos, para dejar lugar a trabajos de dudosa factura y escasos valores artísticos, pero muy fortalecidos por personas que no tienen una mínima idea de quiénes son los artistas que forjan la historia del arte nacional. Sin embargo fungen como los nuevos expertos. Este debería ser material para otra serie de columnas, pero ¡qué pereza! Del que hablo es un equipo tan cerrado y organizado, que cuenta incluso con periódicos a su disposición y una maquinaria capaz de triturar a quien con ciega locura sus colores pretenda manchar.
Lo positivo es que, a pesar de la corriente poco propicia, las rotarias lo volvieron a hacer y me atrevería a decir que muy bien. Independiente a lo que se cuelga en las paredes, que hay que seguir evaluando la forma de acercarse a nuevos coleccionistas, la promoción que se hace a artistas emergentes y consolidados, lo que más impacta es el dinero que se distribuye para que las distintas fundaciones que acompañan el evento puedan realizar labores humanitarias y educativas vitales para Guatemala. Dicho de otro modo, lo suntuario se pone al servicio de los necesitados de una manera directa y honrada. De paso impactan la economía de los artistas y los dan a conocer, ya sea por su catálogo virtual o por los distintos registros que aparecen en medios de comunicación.
Treinta y cinco años son una vida. En el camino se han quedado ya varios creadores y organizadores. Sin embargo, el espíritu continúa. Algunos rotarios saben que tienen por delante todavía una reconciliación que, a la vez, le dé más amplitud a su misión.
Feliz Aniversario
lunes, 22 de marzo de 2010
lunes, 22 de febrero de 2010
Tres puntos... Novedades en la ENAP 2010
Para que una institución de la naturaleza de la Escuela Nacional de Artes Plásticas pueda seguir vigente se hacen necesarios cambios cíclicos. Estos, aunados a una continua revaluación de procedimientos, incluyen una revisión de su personal docente y, como no, también de la cabeza de la institución. Puestos que, sin lugar a dudas, no son vitalicios.
El ex director Sergio López debe ser considerado como positivo en la historia de la transición de la entidad. Se le debe agradecer el tiempo dedicado durante la tensa crisis que se dio con los personeros salientes del Ministerio de Cultura, a principios del siglo XXI. Su papel como mediador fue primordial y consecuente con las circunstancias de aquel oscuro momento.
El nuevo director, Leonel del Cid, debe ser recibido con alegría, por la energía con que entró en el 2010. Además de ser un artista significativo en la historia del arte del país, fue el último de la entidad que se conoció como la Casa de la Moneda de Guatemala —acción que lo emparenta con un listado de celebridades que arranca en el período colonial—, ha sido un artista con mucha actividad dentro del campo de las artes visuales. A ello se suma la labor desarrollada como maestro en espacios de privilegio como Casa Santo Domingo.
Sin embargo y más allá del nuevo claustro que Del Cid ha sabido atraer a la escuela, para fortalecer al existente, lo importante en aquella casa de estudios son sus educandos. Jóvenes, en su gran mayoría, que saben tempranamente hacia dónde dirigir sus pasos.
Esto no solo les hace especiales, ya que en el país hay un gran vacío respecto de la orientación vocacional del estudiantado de educación media. Les da fortaleza, porque se han decidido por el camino de la sensibilidad y el conocimiento de una cultura global. No hay que olvidarse de que de la ENAP se graduaron muchos de los nombres significativos de la cultura guatemalteca del siglo pasado y el presente.
Es muy grato, por ejemplo, encontrarse a Benvenuto Chavajay dando clases donde no hace mucho fue estudiante. Este artista, al cual pongo como único ejemplo, se ha convertido en una de las cabezas del movimiento conceptual guatemalteco y su obra se localiza ya en entidades como el Museo de Arte y Diseño de Costa Rica, el Museo de Gráfica de la Ciudad de Fuendetodos, Zaragoza, España, y una de las principales colecciones de Gráfica de la Península Ibérica, entre muchos otros. Ver cómo otros artistas, al igual que Chavajay, han evolucionado alcanzando el estatus que merecen hace que valga la pena apuntalar a la ENAP.
P.D. Falleció Elena Paz y Paz de Hurtado: familia artística de Guatemala está de luto por la muerte de esta artista. Su trabajo más visible se exhibió en subastas como la rotaria y Juannio. El año pasado tuvo una importante y comentada retrospectiva en la galería Lucía Gómez, en la que se pudo apreciar su rango artístico en la pintura al óleo y apreciar muchas de sus producciones. Un sentido pésame a su familia.
El ex director Sergio López debe ser considerado como positivo en la historia de la transición de la entidad. Se le debe agradecer el tiempo dedicado durante la tensa crisis que se dio con los personeros salientes del Ministerio de Cultura, a principios del siglo XXI. Su papel como mediador fue primordial y consecuente con las circunstancias de aquel oscuro momento.
El nuevo director, Leonel del Cid, debe ser recibido con alegría, por la energía con que entró en el 2010. Además de ser un artista significativo en la historia del arte del país, fue el último de la entidad que se conoció como la Casa de la Moneda de Guatemala —acción que lo emparenta con un listado de celebridades que arranca en el período colonial—, ha sido un artista con mucha actividad dentro del campo de las artes visuales. A ello se suma la labor desarrollada como maestro en espacios de privilegio como Casa Santo Domingo.
Sin embargo y más allá del nuevo claustro que Del Cid ha sabido atraer a la escuela, para fortalecer al existente, lo importante en aquella casa de estudios son sus educandos. Jóvenes, en su gran mayoría, que saben tempranamente hacia dónde dirigir sus pasos.
Esto no solo les hace especiales, ya que en el país hay un gran vacío respecto de la orientación vocacional del estudiantado de educación media. Les da fortaleza, porque se han decidido por el camino de la sensibilidad y el conocimiento de una cultura global. No hay que olvidarse de que de la ENAP se graduaron muchos de los nombres significativos de la cultura guatemalteca del siglo pasado y el presente.
Es muy grato, por ejemplo, encontrarse a Benvenuto Chavajay dando clases donde no hace mucho fue estudiante. Este artista, al cual pongo como único ejemplo, se ha convertido en una de las cabezas del movimiento conceptual guatemalteco y su obra se localiza ya en entidades como el Museo de Arte y Diseño de Costa Rica, el Museo de Gráfica de la Ciudad de Fuendetodos, Zaragoza, España, y una de las principales colecciones de Gráfica de la Península Ibérica, entre muchos otros. Ver cómo otros artistas, al igual que Chavajay, han evolucionado alcanzando el estatus que merecen hace que valga la pena apuntalar a la ENAP.
P.D. Falleció Elena Paz y Paz de Hurtado: familia artística de Guatemala está de luto por la muerte de esta artista. Su trabajo más visible se exhibió en subastas como la rotaria y Juannio. El año pasado tuvo una importante y comentada retrospectiva en la galería Lucía Gómez, en la que se pudo apreciar su rango artístico en la pintura al óleo y apreciar muchas de sus producciones. Un sentido pésame a su familia.
lunes, 15 de febrero de 2010
Tres puntos...: Eduardo Vivian Rosales (1972-2010)
Siempre he pensado que cuando un artista se muere hay algo de mágico en su desaparición física.
La parte humana se desprende para dar paso a un plano metafísico que el resto de los mortales no podemos apreciar. Eduardo falleció de una enfermedad relativamente corta y cuyo pronóstico no era, al menos en este momento, ese desenlace fatal. De haber sido así, me imagino, los personeros del IGSS no lo hubieran mandado a su casa de vuelta. Menos si el paciente lucía, a ojos vista, muy debilitado y en franco deterioro físico y mental.
La mañana del domingo 7 de febrero, en el cementerio de la Antigua Guatemala, un centenar de dolientes despedíamos los restos del malogrado músico. Algo de magia envolvió el acto… los árboles mecieron sus ramas al viento y las flores de las jacarandas pintaron de colores el espíritu de tristeza general. Mientras tanto la campana de la iglesia de San Lázaro tañía lastimera y la carroza fúnebre seguida del cortejo, avanzaba por la avenida de la ciudad de los muertos, rodeada de casas blancas. Eduardo, dijo uno de los oferentes, hizo de Guatemala su nación. Es cierto este hombre nació en Honduras pero ¿quién de los chapines se acordaba ya de aquel detalle?
Con su violonchelo Eduardo Rosales sustituyó a uno de nuestros grandes músicos, Paulo Alvarado, en múltiples ocasiones. Espiritualmente, por lo tanto, fue el quinto mosquetero del Cuarteto Contemporáneo. A ello se le suman cargos y múltiples trabajos que van más allá de los teatros nacionales, recitales y actividades relacionadas al arte. Fue además un psicólogo clínico que entre otras entidades desarrolló lo mejor de sus capacidades académicas en el Ministerio Público de Guatemala.
Dos ángeles guardianes velaron por él en sus últimos días. Rae y Jon Leeth, amigos incondicionales que le prestaron lo mejor de sus fuerzas y vivieron impotentes la experiencia de ver apagarse su luz. Uno a uno cada ponente que expresó sus palabras de dolor frente al nicho donde hoy reposa, mencionó a los Leeth con admiración y agradecimiento. No puedo hacer menos ya que presencié la entereza y el amor con la que ambos emprendieron esta misión. Hay que recordar que la familia que también lo amaba estaba lejos, en Honduras.
A veces esta misión de registro se hace con gusto. Un artista se muere y a mí me toca dejar nota de su trayectoria. Sin embargo en esta ocasión la gestión toma otra dimensión ya que las circunstancias en que se da esta muerte no podrían ser las más inapropiadas. Se trata de un amigo joven que tenía mucho por dar. Pienso en qué le pasa a la gente que se va y que, a diferencia de Eduardo, pasan a otra dimensión en el total olvido y sin ningún recurso y sin trascendencia. De no ser por los Leeth, la generosidad de otros amigos, Eduardo hubiera fallecido sólo y olvidado. A cambio tuvo la compañía y solidaridad de quienes lo amaron. Descansa en paz Eduardo, descansa en paz.
La parte humana se desprende para dar paso a un plano metafísico que el resto de los mortales no podemos apreciar. Eduardo falleció de una enfermedad relativamente corta y cuyo pronóstico no era, al menos en este momento, ese desenlace fatal. De haber sido así, me imagino, los personeros del IGSS no lo hubieran mandado a su casa de vuelta. Menos si el paciente lucía, a ojos vista, muy debilitado y en franco deterioro físico y mental.
La mañana del domingo 7 de febrero, en el cementerio de la Antigua Guatemala, un centenar de dolientes despedíamos los restos del malogrado músico. Algo de magia envolvió el acto… los árboles mecieron sus ramas al viento y las flores de las jacarandas pintaron de colores el espíritu de tristeza general. Mientras tanto la campana de la iglesia de San Lázaro tañía lastimera y la carroza fúnebre seguida del cortejo, avanzaba por la avenida de la ciudad de los muertos, rodeada de casas blancas. Eduardo, dijo uno de los oferentes, hizo de Guatemala su nación. Es cierto este hombre nació en Honduras pero ¿quién de los chapines se acordaba ya de aquel detalle?
Con su violonchelo Eduardo Rosales sustituyó a uno de nuestros grandes músicos, Paulo Alvarado, en múltiples ocasiones. Espiritualmente, por lo tanto, fue el quinto mosquetero del Cuarteto Contemporáneo. A ello se le suman cargos y múltiples trabajos que van más allá de los teatros nacionales, recitales y actividades relacionadas al arte. Fue además un psicólogo clínico que entre otras entidades desarrolló lo mejor de sus capacidades académicas en el Ministerio Público de Guatemala.
Dos ángeles guardianes velaron por él en sus últimos días. Rae y Jon Leeth, amigos incondicionales que le prestaron lo mejor de sus fuerzas y vivieron impotentes la experiencia de ver apagarse su luz. Uno a uno cada ponente que expresó sus palabras de dolor frente al nicho donde hoy reposa, mencionó a los Leeth con admiración y agradecimiento. No puedo hacer menos ya que presencié la entereza y el amor con la que ambos emprendieron esta misión. Hay que recordar que la familia que también lo amaba estaba lejos, en Honduras.
A veces esta misión de registro se hace con gusto. Un artista se muere y a mí me toca dejar nota de su trayectoria. Sin embargo en esta ocasión la gestión toma otra dimensión ya que las circunstancias en que se da esta muerte no podrían ser las más inapropiadas. Se trata de un amigo joven que tenía mucho por dar. Pienso en qué le pasa a la gente que se va y que, a diferencia de Eduardo, pasan a otra dimensión en el total olvido y sin ningún recurso y sin trascendencia. De no ser por los Leeth, la generosidad de otros amigos, Eduardo hubiera fallecido sólo y olvidado. A cambio tuvo la compañía y solidaridad de quienes lo amaron. Descansa en paz Eduardo, descansa en paz.
lunes, 8 de febrero de 2010
Tres puntos...: Kodaly, Nuevo rumbo
Han pasado varios lustros desde que Alma Monsanto, en 1982, inaugurara su academia de teatro musical.
Desde aquel momento dedicó su vida a la formación de niños, adolescentes y adultos de mediana y la tercera edad, heredándoles a todos un oficio que con el tiempo se convirtió en arte. Toda su cosecha dio semillas que han volado a otras tierras fértiles y hoy son profesionales del teatro, de cine, canto o danza.
Recientemente llegó a tener tantos estudiantes que incluso ensayó obras con hasta tres elencos diferentes (reto muy difícil de lograr). Su amor por lo que hacía, aunado a su incesante inquietud por el rigor disciplinario, programó a sus artistas para responder a los distintos retos que han impuesto otros directores tanto en Guatemala como afuera de ella. Año tras año propuso figuras que hoy son parte de la historia del teatro reciente de Guatemala.
Entre su extensa hoja de vida profesional hay que anotar la enorme cantidad de libretos y composiciones musicales que creó. En este sentido no solo se interesó por la cultura internacional, también se centró en crear obras en las que lo guatemalteco tomaba un protagonismo singular. Buen ejemplo de ello son la Flor del café y Bimba y Daisy y los piratas del Golfo Dulce, ambas, con referentes históricos que educaban a su vez a los niños y a uno que otro adulto. El año pasado obtuvo, luego de un proceso académico, su Licenciatura en Arte Dramático, con la especialidad de dramaturgia otorgada por la Escuela Superior de Artes de la Universidad de San Carlos de Guatemala. A esta distinción se suman las medallas Marta Bolaños de Prado, premios del Patronato de Bellas Artes y la medalla de Artista Distinguida que otorga todos los años Eugenia Gordillo. También cuenta en su currícula el haber sido una de las pioneras de la televisión nacional.
En cuanto al teatro no musical siempre supo atraer figuras de gran peso para que dirigieran a sus elencos e impartieran cursos específicos de teatro avanzado. Entre los más importantes están Consuelo Miranda. Ricardo Mendizábal y Guillermo Ramírez Valenzuela, entre otros.
Pues todo principio tiene un final y Alma decidió retirarse de Artestudio Kodaly, la entidad que con tanta energía mantuviera a flote a lo largo de todo este tiempo. La noticia sí sorprende, ya que nadie se esperaba su decisión. Aunque no se retira de las tablas, porque va a seguir dirigiendo y actuando cuando se soliciten sus servicios profesionales, sí se notará su ausencia ya que Alma solo hay una —menos mal porque cuando se propone algo es capaz de cambiar de latitud un continente—.
Por lo anotado, su academia tomará otro rumbo en las manos, en la visión de Andrea Casado. Esta joven artista, formada por la Monsanto, canta, baila y actúa. Tres virtudes difíciles de encontrar en un solo artífice. Casado, además de ser hija y nieta de artistas, ya ha desarrollado una sólida carrera que le da la experiencia suficiente para asumir la responsabilidad
Desde aquel momento dedicó su vida a la formación de niños, adolescentes y adultos de mediana y la tercera edad, heredándoles a todos un oficio que con el tiempo se convirtió en arte. Toda su cosecha dio semillas que han volado a otras tierras fértiles y hoy son profesionales del teatro, de cine, canto o danza.
Recientemente llegó a tener tantos estudiantes que incluso ensayó obras con hasta tres elencos diferentes (reto muy difícil de lograr). Su amor por lo que hacía, aunado a su incesante inquietud por el rigor disciplinario, programó a sus artistas para responder a los distintos retos que han impuesto otros directores tanto en Guatemala como afuera de ella. Año tras año propuso figuras que hoy son parte de la historia del teatro reciente de Guatemala.
Entre su extensa hoja de vida profesional hay que anotar la enorme cantidad de libretos y composiciones musicales que creó. En este sentido no solo se interesó por la cultura internacional, también se centró en crear obras en las que lo guatemalteco tomaba un protagonismo singular. Buen ejemplo de ello son la Flor del café y Bimba y Daisy y los piratas del Golfo Dulce, ambas, con referentes históricos que educaban a su vez a los niños y a uno que otro adulto. El año pasado obtuvo, luego de un proceso académico, su Licenciatura en Arte Dramático, con la especialidad de dramaturgia otorgada por la Escuela Superior de Artes de la Universidad de San Carlos de Guatemala. A esta distinción se suman las medallas Marta Bolaños de Prado, premios del Patronato de Bellas Artes y la medalla de Artista Distinguida que otorga todos los años Eugenia Gordillo. También cuenta en su currícula el haber sido una de las pioneras de la televisión nacional.
En cuanto al teatro no musical siempre supo atraer figuras de gran peso para que dirigieran a sus elencos e impartieran cursos específicos de teatro avanzado. Entre los más importantes están Consuelo Miranda. Ricardo Mendizábal y Guillermo Ramírez Valenzuela, entre otros.
Pues todo principio tiene un final y Alma decidió retirarse de Artestudio Kodaly, la entidad que con tanta energía mantuviera a flote a lo largo de todo este tiempo. La noticia sí sorprende, ya que nadie se esperaba su decisión. Aunque no se retira de las tablas, porque va a seguir dirigiendo y actuando cuando se soliciten sus servicios profesionales, sí se notará su ausencia ya que Alma solo hay una —menos mal porque cuando se propone algo es capaz de cambiar de latitud un continente—.
Por lo anotado, su academia tomará otro rumbo en las manos, en la visión de Andrea Casado. Esta joven artista, formada por la Monsanto, canta, baila y actúa. Tres virtudes difíciles de encontrar en un solo artífice. Casado, además de ser hija y nieta de artistas, ya ha desarrollado una sólida carrera que le da la experiencia suficiente para asumir la responsabilidad
lunes, 1 de febrero de 2010
Tres puntos...: Salón del coleccionista
El mes recién pasado, el 16 de enero, inauguramos con Luis Escobar un área específica de la galería El Attico, que distinguimos del resto de espacios de exposición como “el salón del coleccionista”.
La idea se nos ocurrió porque constantemente estamos recibiendo piezas —ya para restaurar, valuar o vender— de todos los tiempos, las cuales resaltan por su rareza y que es imperativo compartir con el público.
De este modo abrimos la primera muestra con un catálogo por demás interesante. En él había algunas piezas del siglo XIX, entre las cuales destacaba el autorretrato de Delfina Luna de Herrera, fechado en 1847. Esta autora, madre del presidente Carlos Herrera, fue objeto de un detenido estudio que quedó a cargo de Silvia Herrera U. La pintura no estaba en el compendio, por lo que el trabajo se convirtió en un verdadero hallazgo. Luego de la publicación apareció un mapa de Antigua Guatemala, realizado por la mencionada autora.
La coincidencia reunió a Delfina Luna con su maestro, Francisco Cabrera. El grabado que estamos presentando pertenece a una edición actual, realizada a partir de la plancha original de Cabrera. Esta placa es propiedad de la Academia de Geografía e Historia, cuyos personeros decidieron realizar una edición limitada con la intención de acercar el grabado a un sector de los coleccionistas del país. La estampa representa a Juan Nepumuceno, patrono de Praga y santo de los confesores.
Pero hay otras dos piezas que provienen del siglo XIX y que están relacionadas con momentos e influencias históricas de las artes nacionales. Los europeos que las realizaron tuvieron mucha presencia a nivel global, ya que se movían en un ámbito poco explorado todavía por los historiadores chapines, las Ferias Universales. La primera estatua es de Carrier-Bellusse, autor, entre otros trabajos, de la tumba del presidente Justo Rufino Barrios. Como quien dice nada, el Museo del Prado tiene un trabajo de él entre sus fondos. Jean Paul Aubé es el otro escultor, y de él hay obra en el Museo de Orsay de París y en el Art Modrne er Contemporain-Exeptionelle Collection de Sculptures en Bronze du Xixe Siéde.
Del siglo XX conseguimos trabajos de Roberto González Goyri y Dagoberto Vásquez Castañeda, quienes son dos de los modernistas más importantes del país. Su legado a la nación incluye varios monumentos públicos, excepcionales esculturas y pinturas en diversidad de formatos. Es muy interesante el dibujo de González, ya que parece ser el bosquejo para un relieve.
A ellos se suman las obras de Francisco Tun, Zipacná De León y José Nicolás. De este último apareció una escultura en bronce. Él fue conocido por trabajar en maderas y piedras duras. Entre su producción más conocida se encuentra el Monumento a la Madre (avenida de La Reforma), las imágenes de la iglesia de San Judas Tadeo y las tallas de la tumba del Hermano Pedro. Otra de las joyas la constituye la témpera de Carlos Mérida, la cual denota el extremo virtuosismo que el autor manejaba.
La idea se nos ocurrió porque constantemente estamos recibiendo piezas —ya para restaurar, valuar o vender— de todos los tiempos, las cuales resaltan por su rareza y que es imperativo compartir con el público.
De este modo abrimos la primera muestra con un catálogo por demás interesante. En él había algunas piezas del siglo XIX, entre las cuales destacaba el autorretrato de Delfina Luna de Herrera, fechado en 1847. Esta autora, madre del presidente Carlos Herrera, fue objeto de un detenido estudio que quedó a cargo de Silvia Herrera U. La pintura no estaba en el compendio, por lo que el trabajo se convirtió en un verdadero hallazgo. Luego de la publicación apareció un mapa de Antigua Guatemala, realizado por la mencionada autora.
La coincidencia reunió a Delfina Luna con su maestro, Francisco Cabrera. El grabado que estamos presentando pertenece a una edición actual, realizada a partir de la plancha original de Cabrera. Esta placa es propiedad de la Academia de Geografía e Historia, cuyos personeros decidieron realizar una edición limitada con la intención de acercar el grabado a un sector de los coleccionistas del país. La estampa representa a Juan Nepumuceno, patrono de Praga y santo de los confesores.
Pero hay otras dos piezas que provienen del siglo XIX y que están relacionadas con momentos e influencias históricas de las artes nacionales. Los europeos que las realizaron tuvieron mucha presencia a nivel global, ya que se movían en un ámbito poco explorado todavía por los historiadores chapines, las Ferias Universales. La primera estatua es de Carrier-Bellusse, autor, entre otros trabajos, de la tumba del presidente Justo Rufino Barrios. Como quien dice nada, el Museo del Prado tiene un trabajo de él entre sus fondos. Jean Paul Aubé es el otro escultor, y de él hay obra en el Museo de Orsay de París y en el Art Modrne er Contemporain-Exeptionelle Collection de Sculptures en Bronze du Xixe Siéde.
Del siglo XX conseguimos trabajos de Roberto González Goyri y Dagoberto Vásquez Castañeda, quienes son dos de los modernistas más importantes del país. Su legado a la nación incluye varios monumentos públicos, excepcionales esculturas y pinturas en diversidad de formatos. Es muy interesante el dibujo de González, ya que parece ser el bosquejo para un relieve.
A ellos se suman las obras de Francisco Tun, Zipacná De León y José Nicolás. De este último apareció una escultura en bronce. Él fue conocido por trabajar en maderas y piedras duras. Entre su producción más conocida se encuentra el Monumento a la Madre (avenida de La Reforma), las imágenes de la iglesia de San Judas Tadeo y las tallas de la tumba del Hermano Pedro. Otra de las joyas la constituye la témpera de Carlos Mérida, la cual denota el extremo virtuosismo que el autor manejaba.
lunes, 25 de enero de 2010
Tres puntos...: Corredor cultural
Una facción contemporánea de las artes salió a buscar adeptos a las calles de San Salvador y La Nueva Guatemala de la Asunción.
La acción tiene su lógica, y es mostrar otra cara para la presión que se vive en dos capitales que se deben considerar como zonas rojas rendidas ante el imparable peso de la violencia. Si bien es cierto que ambas metrópolis han mejorado notablemente el ornato de sus zonas de alto tránsito, trabajo de las municipalidades, sus gobiernos se encuentran hoy impotentes ante la generalizada delincuencia y la tensión urbana que ello provoca.
Arte en Mayo, Corredor Cultural y las alianzas estratégicas de la Fundación Rozas Botrán vuelven a llevar una colección visual a las arterias metropolitanas con fines que deben definirse, indudablemente, como educativos. Según se puede apreciar, el guión museográfico se enfocó en mostrar un abanico de producciones cuya diversidad es manifiesta. Es por ello que en la exhibición se pueden apreciar trabajos de artistas emergentes y artistas consolidados. Con ello se logra apreciar una buena muestra de lo que los artífices de ambos países están haciendo contemporáneamente.
Desde esta perspectiva y más allá de si existe o no una coherencia curatorial, hay que enfocarse en exaltar la intención y el impacto positivo que las distintas producciones puedan ofrecer al público en general. Este último es censor no especializado y, por ende, juzga sin los prejuicios que atormentan el gusto de los especialistas. Al final ¿para quién es que crea el artista? ¿Para un puñado de conocedores? o ¿para aquel que ve, desde otra perspectiva menos viciada, un mundo en el que el color y las formas importan? Ahora bien —para que no se me malentienda—, siempre hay que tener conciencia de que en el arte no cuenta ni lo bonito ni lo feo. Solo lo bueno y lo malo. Lo intermedio está inconcluso o no posee sustancia. En este caso los participantes, con alguna excepción que no mencionaré, caen en el territorio de artistas profesionales y, por ende, son responsables de lo que producen.
Regresando al Corredor Cultural, los resultados del año anterior no podían ser más esclarecedores. El quetzal de Riky López fue votado vía “mensajito” como el trabajo que más convenció. El curador Miguel Flores concordó con una idea que me rondaba en la cabeza. Los que se decidieron por esta opción lo hicieron por el ítem de nuestra nacionalidad, Qué mejor representante de la misma que nuestra ave símbolo. Dejar al público en contacto con los productos artísticos porque las imágenes van hacia él es el sinónimo de: “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”. Desde esta perspectiva la misión está cumplida.
Solo queda listar a los seleccionados para el 2010: José Rodríguez, Germán Hernández, Antonio Cañas y Gerardo Cartagena, Alán Benchoam, Tache Ayala, Mónica Torrebiarte, Sergio Valenzuela, Doniel Espinoza, Lucía Rohrlman, Enrique Castillo y Diana Fernández. Conglomerado formado por distintas generaciones que exploran y se manifiestan en variadas disciplinas y exponen en muy diversos escenarios. La colección será levantada el próximo 29 de enero.
La acción tiene su lógica, y es mostrar otra cara para la presión que se vive en dos capitales que se deben considerar como zonas rojas rendidas ante el imparable peso de la violencia. Si bien es cierto que ambas metrópolis han mejorado notablemente el ornato de sus zonas de alto tránsito, trabajo de las municipalidades, sus gobiernos se encuentran hoy impotentes ante la generalizada delincuencia y la tensión urbana que ello provoca.
Arte en Mayo, Corredor Cultural y las alianzas estratégicas de la Fundación Rozas Botrán vuelven a llevar una colección visual a las arterias metropolitanas con fines que deben definirse, indudablemente, como educativos. Según se puede apreciar, el guión museográfico se enfocó en mostrar un abanico de producciones cuya diversidad es manifiesta. Es por ello que en la exhibición se pueden apreciar trabajos de artistas emergentes y artistas consolidados. Con ello se logra apreciar una buena muestra de lo que los artífices de ambos países están haciendo contemporáneamente.
Desde esta perspectiva y más allá de si existe o no una coherencia curatorial, hay que enfocarse en exaltar la intención y el impacto positivo que las distintas producciones puedan ofrecer al público en general. Este último es censor no especializado y, por ende, juzga sin los prejuicios que atormentan el gusto de los especialistas. Al final ¿para quién es que crea el artista? ¿Para un puñado de conocedores? o ¿para aquel que ve, desde otra perspectiva menos viciada, un mundo en el que el color y las formas importan? Ahora bien —para que no se me malentienda—, siempre hay que tener conciencia de que en el arte no cuenta ni lo bonito ni lo feo. Solo lo bueno y lo malo. Lo intermedio está inconcluso o no posee sustancia. En este caso los participantes, con alguna excepción que no mencionaré, caen en el territorio de artistas profesionales y, por ende, son responsables de lo que producen.
Regresando al Corredor Cultural, los resultados del año anterior no podían ser más esclarecedores. El quetzal de Riky López fue votado vía “mensajito” como el trabajo que más convenció. El curador Miguel Flores concordó con una idea que me rondaba en la cabeza. Los que se decidieron por esta opción lo hicieron por el ítem de nuestra nacionalidad, Qué mejor representante de la misma que nuestra ave símbolo. Dejar al público en contacto con los productos artísticos porque las imágenes van hacia él es el sinónimo de: “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”. Desde esta perspectiva la misión está cumplida.
Solo queda listar a los seleccionados para el 2010: José Rodríguez, Germán Hernández, Antonio Cañas y Gerardo Cartagena, Alán Benchoam, Tache Ayala, Mónica Torrebiarte, Sergio Valenzuela, Doniel Espinoza, Lucía Rohrlman, Enrique Castillo y Diana Fernández. Conglomerado formado por distintas generaciones que exploran y se manifiestan en variadas disciplinas y exponen en muy diversos escenarios. La colección será levantada el próximo 29 de enero.
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